Sus partidarios y oponentes le dicen "el nuevo sultán". Y al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, aquel título parece no molestarlo en lo absoluto. El hombre que gobierna el país desde hace 11 años parece obsesionado por quedar en los libros de historia y superar a Mustafa Kemal Ataturk, el primer Presidente de la República de Turquía (1923-1938). Erdogan, cuyo partido ha ganado todas las elecciones desde que llegó al poder en 2003, es el favorito para obtener nada menos que la Presidencia en las primeras elecciones con voto popular directo que se realizarán hoy. El líder turco aspira a mantenerse en el Ejecutivo hasta 2023, año que marcará el centenario de la Turquía fundada por Ataturk.
El nuevo sistema presidencial ha sido diseñado a la medida de Erdogan. Ello, porque hasta ahora el cargo de presidente es simbólico. Sin embargo, el premier turco sostiene que su presidencia no tendrá esa categoría, que además le permite ser comandante en jefe del Ejército. De resultar electo, Erdogan ampliará sus poderes y llevará a cabo su idea de cambiar el sistema parlamentario por uno presidencialista. El primer ministro turco, un ex vendedor ambulante, surgió como un islamista moderado al mando del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AFP), pero en los últimos años se ha transformado en una figura polarizadora en Turquía, de 76,6 millones de habitantes.
En su momento, Erdogan, de 60 años, consiguió elogios por sus logros económicos de los primeros cinco años de su mandato. En ese período la economía turca creció por encima del 6% y la inflación bajó desde más de un 50% a cifras de un dígito. Al mismo tiempo, el gobierno mantuvo un estricto régimen laico, con la religión alejada de la política y el Ejército -que durante décadas jugó un rol clave-, en una suerte de segundo plano. Además, se pusieron en marcha decenas de emblemáticos proyectos de obras públicas.
"POPULISMO"
Pero todo cambió a partir de 2013, cuando estallaron multitudinarias protestas por el estilo autoritario y cada vez más conservador de Erdogan. Como sostiene la revista alemana Der Spiegel: "Turquía ha experimentado enormes cambios durante su mandato. Turquía pasó de una nación en crisis a potencia regional. Erdogan también ha cambiado, de fundamentalista religioso a un reformista democrático que privó a las elites de su poder; desató un boom económico".
En los últimos años, Erdogan ha puesto en marcha una serie de exigencias que cayeron muy mal en parte de la sociedad turca, como el fin del veto al velo islámico para funcionarias públicas, campañas en contra del consumo de alcohol, pidió que cada mujer tuviera tres hijos como mínimo, anunció que prohibiría que jóvenes de ambos sexos compartieran departamento y comparó el aborto con una "masacre". Y también tildó a los jóvenes que protestaban en su contra como "izquierdistas, ateos y terroristas".
De todos modos, el partido de Erdogan ganó las elecciones municipales de marzo, lo que fortaleció su posición. De hecho, el 59% aprueba su gestión, según un sondeo de Gallup difundido el viernes. Para Der Spiegel, "se ha convertido en más y más autoritario tras cada elección que gana". De acuerdo con The Washington Post, el gran ganador en las elecciones de hoy será "el populismo".