No es la foto más prolija: no tiene los colores más intensos ni está perfectamente enfocada. Tampoco es la más impactante de los cientos de imágenes sobre los campos de refugiados que llegaron a la última edición de la World Press Photo, el certamen de fotoperiodismo más prestigioso del mundo. Sin embargo, algo inusual y cautivante tiene la escena registrada por el australiano Warren Richardson, el 28 de agosto de 2015, en la frontera entre Serbia y Hungría. "Era distinta a todas las demás, tiene un toque más romántico y clásico. El desenfocado le da un efecto cinematográfico hipnótico, también luce como una pintura", explica a La Tercera el holandés Erik de Kruijf, curador de la exposición que reúne las 155 imágenes galardonadas y que se exhibirán en Chile a partir del 29 de julio en el Espacio Fundación Telefónica.
Eso sí, el resultado estético de Richardson no fue deliberado: el fotógrafo debió enfrentar varias dificultades, entre ellas la total oscuridad de la noche que lo obligó a disparar el obturador casi a ciegas. "Acampé con los refugiados cinco días en la frontera. Jugamos al gato y al ratón con la policía toda la noche. Estaba exhausto para cuando tomé la fotografía. Eran alrededor de las 3 de la mañana y no podía usar flash porque la policía estaba intentando encontrar a estas personas; los hubiera delatado, así que usé sólo la luz de la luna como iluminación", relata el ganador de la foto del año, quien bautizó su imagen como La esperanza de una nueva vida, ya que ese bebé logró traspasar vivo el cerco de alambres de púa.
Sin duda, la crisis migratoria en Europa fue el tema que dominó la 59 edición del concurso que tiene como objetivo reflejar los hitos noticiosos que marcaron el año en el mundo. También marcaron pauta historias como la del terremoto en Nepal, el efecto del terrorismo en Francia, la contaminación en China, un equipo de fútbol armado con sobrevivientes del ébola o el rescate de viejas tradiciones paganas en Madrid.
Vida diaria, Actualidad, Noticias, Temas Contemporáneos, Naturaleza, Retratos y Proyectos de Larga Duración son las ocho categorías del concurso que este año recibió 83 mil fotos. En los últimos años, los criterios del jurado han dado un vuelco al premiar aquellos trabajos menos descarnados de la realidad. Sucedió el año pasado con la imagen de Mad Niessen, quien retrató la intimidad de una pareja gay en Rusia con una escena casi en penumbras. Lo mismo pasa ahora en el caso de Richardson. "Seguimos recibiendo fotos sangrientas y crudas, pero es cierto que el jurado está premiando un enfoque más sutil; el espectador debe darse un minuto para reflexionar sobre lo que quiere expresar el autor. Eso permite más interpretaciones para el público", explica de Kruijf.
Entre las series galardonadas, el curador destaca dos por la potencia de sus historias. Está el conmovedor seguimiento -galardonado con el segundo lugar en la categoría Proyectos de Larga Duración-, que hizo la estadounidense Nancy Borowick a sus padres enfermos de cáncer, quienes finalmente murieron con sólo un año de diferencia, y la del portugués Mário Cruz, primer lugar en Temas Contemporáneos con el registro de un internado para niños en Senegal, donde reciben educación religiosa y aprenden árabe, pero que se ha convertido en un lugar de hacinamiento, hambre y esclavitud. Un mes después de haberse publicado el reportaje, el gobierno de Senegal aprobó una ley enfocada en el respeto de los derechos humanos de los niños. "Eso ilustra el poder del fotoperiodismo de revelar y denunciar las injusticias del mundo. Gracias a estas imágenes la gente se entera de lo que ocurre a su alrededor y se toma conciencia de los cambios que hay que hacer para mejorar la calidad de vida de esas personas", dice Erik de Kruijf.
Con la masividad que ha logrado la fotografía ¿Cuál cree que es el rol actual del fotoperiodismo?
Es cierto que con la masificación de la cámara, incluso en los teléfonos, el fotoperiodismo se ha desvalorizado. Muchos medios han cortado el presupuesto de sus departamentos de fotografía, pero el hecho de que cualquiera pueda tomar una foto no los convierte en fotoperiodistas. Ellos tienen un código moral, una ética laboral y una sensibilidad que no tiene un ciudadano común y corriente.
En los últimos años se ha cuestionado justamente el excesivo uso de programas digitales para alterar las fotos. Hace poco se comprobó que el reconocido Steve McCurry había trucado imágenes y en 2012 se cuestionó al ganador de WPPh, Paul Hansen ¿Cómo ha afectado esta polémica al concurso?
Ha sido una de las grandes discusiones para la disciplina del fotoperiodismo. Antes, el requisito principal era que todo lo que podías hacer dentro del laboratorio fotográfico estaba permitido, pero hoy la tecnología ha complejizado el tema. Hemos debido ponernos más estrictos y endurecimos las reglas (a fines de 2015, 20% de los concursantes quedaron descalificados por ese motivo). En el caso de Paul Hansen, quien manipuló la luz y los contrastes de su foto, consideramos que estaba dentro de los parámetros permitidos. No así el que fotógrafo manipule el pixel de la imagen, quite o agregue elementos a ella como lo hizo McCurry. Puede ser una hermosa foto, pero eso no es fotoperiodismo.