Compleja ha sido la vida de Erika Olivera. Cada paso hacia adelante ha significado sacrificio. Surgió en un hogar esforzado, de mucha disciplina, pero pocos recursos. Su padre, un pastor evangélico argentino, y su madre, una mujer que hacía todo lo posible para sostener a seis hijos, en medio de la población Carol Urzúa, uno de los puntos críticos de Puente Alto durante los años 80 y 90.

Desde chica, Erika mostró interés por el deporte, por correr, pese a carecer de los apoyos necesarios para alcanzar la alta competitividad, como que entrenaba corriendo detrás de una de las micros del recorrido donde trabajaba su padre.

Mujer valiente, porque superó todos esos problemas y se atrevió a seguir lo que dictara su corazón, como casarse con Ricardo Opazo, su entrenador y 23 años mayor que ella.

Con ese mismo empuje se transformó en la fondista más exitosa en la historia de Chile, acumulando medallas de oro en los Iberoamericanos de Medellín (1996) y Río de Janeiro (2000) y los Panamericanos de Winnipeg (1999), además de bronce en los  Panamericanos de Santo Domingo (2003), entre otros logros nacionales e  internacionales.

Luego vendría un cambio sentimental en su vida, con otro atleta, Leslie Encina. Con cinco hijos y 36 años corrió el maratón en los Juegos de Londres (también compitió en Atlanta, Sydney y Beijing) y espera hacerlo en Río, después lo cual optará por el retiro, quizás para dedicarse a la política.

LA FICHA
Nombre: Erika Alejandra Olivera de la Fuente
Fecha de nacimiento: 4 de enero de 1976
Disciplina: Atletismo