En los 50 segundos que dedicó la Presidenta Michelle Bachelet a Cultura en su discurso del 21 de mayo, uno de los anuncios que causó sorpresa fue el Centro Nacional de Arte Contemporáneo que se instalará en el ex aeropuerto de Cerrillos. Hubo celebración, pero también críticas que no tardaron en llegar.

Francisco Brugnoli, director del  Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la U. de Chile; Claudia Zaldívar, directora del Museo de la Solidaridad (MSSA), a cargo de la Fundación Arte y Solidaridad, y el académico de la UC Pablo Chiuminatto, entre otros, cuestionaron la pertinencia del centro, debido a que ya existen otros espacios públicos dedicados al mismo fin, precisamente el MAC y el MSSA, que viven en una precaria situación de espacio y financiamiento. Al mismo tiempo, se abrió el debate sobre la capacidad del futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (aún en discusión en el Congreso) para encargarse con eficiencia de los museos públicos.

A dos semanas del anuncio, el ministro Ernesto Ottone responde a las críticas y defiende el proyecto, que se inaugura la primera quincena de septiembre y que, asegura, es parte del programa de gobierno.

¿Cómo responde a la inquietud del medio artístico sobre que este nuevo centro para el arte contemporáneo vendría a reemplazar el papel de museos ya existentes dedicados a lo mismo, y que además subsisten a duras penas?

Del medio artístico he recibido puras felicitaciones; son algunos directores de museos y otros académicos que han mostrado reparos. No hay que olvidar que yo fui director del Museo de la Solidaridad y hasta hace poco era director del Ceac (Centro de Extensión Artística y Cultural) que depende de la U. de Chile, entonces  no es que yo sea indiferente a los legítimos reclamos de sentirse postergado, que es como yo leo estas críticas. El tema es que este centro no será un museo, sino un laboratorio vivo a partir del cual se pueda crear una Política Nacional de las Artes Visuales aplicable al resto de los espacios en Chile. A diferencia de los museos que le dan valor patrimonial a una colección, lo que nosotros pretendemos es abrir la puerta a investigadores, artistas, curadores y público para que trabajen desde aquí. Hace falta diálogo entre los organismos y también existe el personalismo de algunas instituciones que en algún momento histórico tuvieron un rol  relevante, pero que hoy les cuesta asumir que hay otra institucionalidad que velará por las políticas públicas. Hoy es el CNCA, mañana será el ministerio.

En agosto del año pasado el Ministerio de Vivienda se puso en contacto con el Consejo de la Cultura para ofrecerle el edifico del ex aeródromo de Cerrillos, que remodelaron por un costo de $ 1.500 millones, con el fin de que se le diera un uso cultural, para potenciar el desarrollo de un barrio cívico en la comuna, en el marco del Proyecto Ciudad Parque Bicentenario. Antes ya habían tenido conversaciones con el MAC y con la subdirección de museos de la Dibam, pero finalmente llegaron a un acuerdo con el CNCA que se concretó con la firma de un comodato a 10 años renovable, entregado por el Serviu.

Desde entonces, el CNCA comenzó a planificar el uso del espacio que albergará a la ya existente Macro Area de Artes Visuales, liderada entre otros por el artista Camilo Yáñez y la gestora cultural Varinia Brodsky. Para eso también se invitó a figuras del medio artístico a conocer el espacio, entre ellos el arquitecto Smiljan Radic, los artistas Pablo Langlois, Paz Errázuriz y Magdalena Atria, el curador Ramón Castillo, la crítica Nelly Richard y el galerista Paul Birke.

En los 4.000 metros cuadrados del edificio habrá salas de exhibición, biblioteca, un centro de documentación, videoteca y archivo digital, laboratorios para la investigación y depósitos adecuados para la conservación de colecciones. Según Ottone, la apuesta por Cerrillos tiene que ver con el deseo de descentralizar los polos de desarrollo y desarticular "guetos artísticos". Además, la comuna tendrá un rol central, ya que alumnos y profesores del sector serán los primeros en probar este laboratorio práctico, donde se dará una interacción más próxima con artistas. "De aquí a tres años queremos tener alumnos capacitados en apreciación del arte contemporáneo. Queremos formar creadores, pero también audiencia. Trabajaremos vinculados a la formación artística de los colegios", dice Ottone.

¿Cómo se financiará a largo plazo el centro de arte?

Este proyecto no ha significado gasto adicional, porque la inversión mayor la hizo el Minvu y el resto serán reasignaciones de recursos que nosotros ya estábamos entregando en programas esporádicos dedicados a las artes, además de los recursos que maneja la Macro Area de Artes Visuales que funcionará allá.  (Este año aumentó su presupuesto de $ 340 a $ 800 millones).

Algunos directores de museos se han sentido marginados, al no haber sido invitados al  espacio ¿Por qué se les excluyó?

No hubo exclusión, sino que no se les consultó al respecto, lo que es diferente. Nadie tiene la potestad del saber en Chile sobre los dominios culturales. Aquí no hay secretismos, convocamos a una gran cantidad de personas del medio artístico y hace un año se está trabajando a nivel regional en mesas de discusión donde están representados todos los sectores para desarrollar la Política de Artes Visuales. En lo personal me he reunido con el alcalde de Cerrillos y juntas de vecinos, porque mi foco no es solo el medio artístico sino a quienes están dedicado el espacio, que es la ciudadanía. Todas las críticas se asumen y se asimilan, pero no me cabe duda que lo que falta es mayor generosidad para ver el proyecto a futuro.

¿No piensa que el nuevo centro  es una competencia para el MAC en su perfil contemporáneo?

A mí me tocó armar y dirigir nueve años Matucana 100 y cuando apareció el GAM fui el primero en celebrarlo. Sabíamos que podía quitarnos audiencia, pero hoy conviven perfectamente porque tienen distintos enfoques. Lo mismo sucede con la Orquesta Sinfónica de la U. de Chile y la Orquesta de Cámara del CNCA. ¿Compiten las dos? Al contrario, son grandes aliados, porque además así se desconcentra el acceso a la cultura. El MAC depende de la U. de Chile y yo he sido partidario de no evaluar gestiones donde el Consejo no tiene potestad de hacerlo. Sin embargo, el año pasado abrimos el programa Otras Instituciones Colaboradoras (OIC) para ayudar con recursos a espacios culturales de trayectoria, en que el MAC recibió por primera vez de parte del CNCA $ 78 millones, renovables según cómo resulte su evaluación. El problema es que no sólo se trata de la precariedad de los presupuestos, sino también de la capacidad de gestión y del diálogo que hay entre las distintas instituciones. En Chile tenemos una capacidad de crecimiento cultural extraordinaria. Al final del mandato tendremos 51 centros culturales nuevos, el desafío ahora es proveerlos de contenidos y reforzar sus espacios de artes visuales, que son los más débiles.

¿En qué estado está el proyecto que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio?

Ya fue aprobado por la Cámara de Diputados de forma casi unánime y ahora pasará a la comisión de Hacienda para luego entrar al Senado. Para la Presidenta este es un proyecto fundamental y esperamos darle urgencia para tenerlo aprobado por completo a fin de año.

¿Cómo funcionarán los museos dentro del futuro ministerio?

El día de mañana existirá un sistema nacional de museos al que adherirán todos los museos de la Dibam, pero también voluntariamente podrán adherirse todos los museos públicos o privados del territorio, como sucede con las bibliotecas públicas. Abrimos la puerta para que todos los museos tengan catalogaciones comunes, requisitos mínimos de infraestructura, un sistema general nuevo. La idea es poner en red nacional todos los espacios para que dialoguen. Se respetará la línea editorial y autonomía de cada institución, pero por supuesto tendrán que someterse a una política pública común, si no qué sentido tendría. Si solo fuera por otorgar financiamiento, el ministerio se convertiría en una caja pagadora para que cualquiera hiciera lo que quisiese.