Esta semana se aprobó el Presupuesto 2013, tras uno de los debates más conflictivos que haya visto el Congreso en el tema. Pero el proyecto salió casi íntegro a su versión original y evidenció que al final se trató más de política que de números. "Diferencias de fondo no había. Fue sólo un mala actuación de la Concertación", sostiene el presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, el diputado UDI Ernesto Silva.
¿Cuál fue el blanco y el negro del debate por el Presupuesto 2013?
Lo blanco es que logramos sacar el Presupuesto. Lo negro es que el proceso presupuestario no da para más. En su forma actual sólo sirve para dañar la confianza en el Congreso y revela una falta de sustancia severa. No puede ser que parlamentarios rechacen o no el proyecto a la espera de un puente para sus regiones. No es creíble tener una discusión de dos meses tan brutal e intensa y luego, en dos minutos, llegar a acuerdo y aprobar un Presupuesto casi igual a como ingresó. Valoro que se generaran acuerdos, pero lamento que se haya instalado un proceso lleno de vicios, de tratar de ganar gallitos comunicacionales, de doblar la muñeca políticamente, de ver a muchos parlamentarios tratando de competir sólo por su interés local. Pero también de pasar por encima de la Constitución y las admisibilidades para promover iniciativas que eran inviables. Y con una liviandad...
¿Fue puro artificio político?
Este fue un debate 100% político e ideológico. Seamos francos. ¿Había tantas diferencias entre gobierno y oposición? No. ¿Había diferencias sobre el alza de gasto público? No. ¿En priorizar el tema de educación? No. ¿Había conciencia de que la reconstrucción avanzó y que no se podía destinar igual cantidad de recursos a Vivienda? Sí. Entonces, ¿dónde estaban las diferencias? En temas menores. El proceso terminó siendo un desgaste y no un aporte, nadie debatió de verdad qué erario quería para el país. Este Presupuesto fue capturado por la consigna política.
¿No hubo debate técnico?
En la práctica, el trabajo técnico de las subcomisiones y de la comisión mixta quedó supeditado a la discusión política. Esto venía de años, pero se agudizó ahora.
¿Quién es responsable de eso?
Este tema siempre ha sido difícil, pero cuando la centroderecha era oposición colaboró bastante para sacar los presupuestos adelante. Sin embargo, el desgaste se ha acumuló con los años y es responsabilidad de todo el sistema político. Faltan matices y argumentos en los debates. Pero, además, los parlamentarios nuevos vimos que la experiencia y talento de quienes llevan años en esto no estuvo tanto al servicio de mejorar el proceso, como sí de confrontarse.
¿Cómo evalúa el rol de la Concertación y de su sector?
Lo que hizo la Concertación superó los límites. Rechazaron partidas y gastos sin dar argumentos; para doblar la mano rechazaron temas en contra de la ciudadanía. Los instrumentos políticos se tienen que usar para bien y la Concertación no lo hizo.
¿Hubo algo positivo del debate?
Se incorporaron muchas solicitudes de información y de evaluación, hubo acuerdos de mayor transparencia en la difusión y una priorización de temas de educación. Pero eso no ameritaba el desgaste y el conflicto político que vimos. Se destinó muy poco tiempo y esfuerzo a cómo avanzamos en mejorar calidad y eficiencia del gasto público, y eso tenemos que revertirlo en el debate para 2014.
¿Ve riesgos en la ejecución fiscal 2013 por ser un año electoral?
El desafío es colaborar y ayudar a que la ejecución del gasto en salud, en infraestructura en salud y educación llegue de forma adecuada a la gente. Cuando hay alzas relevantes de presupuesto hay que buscar opciones para que los recursos se gasten bien. El Estado es una máquina muy grande donde se hace difícil ejecutarlos por los requisitos en cuanto a tramitación en la Contraloría, licitaciones y normas de transparencia.
LO QUE VIENE
¿Qué proyectos económicos debe priorizar el gobierno en 2013?
Hay tres. Uno es el que reemplaza a la SVS por una Comisión de Valores, que debe entrar pronto al Congreso. El segundo es la nueva Ley SEP, que regula y moderniza el gobierno corporativo de las empresas públicas. Es importante que ingrese pronto; hemos avanzando poco en el tema. Tercero, los proyectos de Ley Unica de Fondos y de Supervisión Basada en Riesgo, relevantes para mejorar la gestión y regulación financiera. También urge retomar las mejoras a la institucionalidad de la Alta Dirección Pública, pese al rechazo de la Concertación a la idea de legislar.
¿Una reforma laboral debería estar en la agenda 2013?
Ha habido avances importantes en capacitación y trabajo del Sence. Pero en materia de flexibilidad laboral, como teletrabajo y trabajo a distancia, en indemnizaciones por años de servicio y término de relación laboral, hay una tarea pendiente. Si va o no un proyecto es resorte del Ejecutivo, pero sí me declaro partidario de recoger las recomendaciones que hizo la Ocde en 2011 para Chile y trabajar desde ahí en una propuesta nacional.
¿El gobierno está al debe en eso?
Espero que podamos abordar algunos desafíos en 2013, al menos en la línea de iniciar la discusión política, más si hay acuerdos entre la CUT y la CPC. Me gustaría ver alguno de esos proyectos en discusión en el Congreso.
¿Qué iniciativas no tienen viabilidad o tanta urgencia?
Los proyectos de información comercial consolidada y de cambios a la Tasa Máxima Convencional requieren más discusión de la que ha habido, antes de ser aprobados.
El 2013 es electoral y el tema tributario volverá a la mesa. ¿Su sector cómo ve ese debate?
En este gobierno ha habido dos reformas tributarias. Es más que suficiente. En segundo lugar, la mínima seriedad exige que cambios tributarios como el último tengan unos años de implementación para evaluar si han cumplido o no los objetivos. Recién ahí creo pertinente volver a discutir sobre el tema. No veo necesidad ni sentido de hacer una reforma tributaria ahora, salvo que fuera para aliviarle la carga a las personas, pero no creo que haya ambiente para algo así.