Erwin Rommel ha muerto producto de un derrame cerebral. El mariscal de campo no pudo sobreponerse a las heridas que le dejó en un ataque aéreo en Francia. Así fue la versión que hizo publicó el Tercer Reich de la muerte de su militar más popular, el 14 de octubre de 1944.
Era el mariscal de campo más querido por el pueblo alemán. De hecho, a su muerte, su popularidad sólo era superada por la figura de Adolfo Hitler.
Su campaña en Africa, al frente de las llamadas Deutsches Afrika Korps, le otorgó el cariño de la gente. Era el mariscal de campo más talentoso que tenía la Werhmacht. Ante el inminente desembarco de los Aliados en Francia, Hitler asignó a Rommel la defensa de Francia. El mariscal propuso un plan que al final no se cumplió a cabalidad, ante varias contraórdenes de sus superiores y del mismo Fuhrer.
Tras el desembarco en Normandía, el llamado “Zorro del Desierto” se convenció de que la guerra estaba perdida y que el camino para mantener los territorios ocupados, era negociar una paz, lo que generó varios enemigos en la administración nazi.
Cuando se trasladaba a su cuartel general en tierras francesas, el 17 de julio de 1944, dos aviones de la Real Fuerza Aérea atacaron su vehícul. El coche fue alcanzado por metralla, volcó y quedó dado vuelta en un canal de regadío. Rommel salió expulsado y terminó con fractura cuádruple de craneo.
Intento de asesinato de Hitler y los vínculos con Rommel
Tres días después del ataque al mariscal, cuando Rommel luchaba por mantenerse con vida, el coronel Claus von Stauffenberg atentó contra la vida de Hitler en la Guarida del Lobo. A la postre, el intento de Golpe de Estado fue un fracaso, Hitler salvó con heridas menores y se desató una gran caza de brujas en Alemania y, principalmente, en el ejército.
Se estima que cerca de 6 mil personas fueron ejecutadas por este ataque al dictador.
La persecución interna que se desató en la Werhmacht llegó hasta Rommel. Nunca se pudo confirmar si el mariscal formó parte del grupo que atentó contra Hitler, pero sí se cree -por los vínculos que tenía- que a lo menos estaba en conocimiento de que se realizaría el atentado contra el dictador nazi y que se realizaría un Golpe de Estado.
El último día del mariscal
Las luchas internas en el ejército y las envidias, dejaron a Rommel como miembro del grupo golpista. En medio de una complicada recuperación del ataque que sufrió el Francia, el militar empezó a ser vigilado por las SS y la Gestapo.
El 14 de octubre de 1944, Rommel, quien permanecía en su casa aún convaleciente de las herida provadados por el ataque en Francia y sufriendo severos dolores de cabeza, fue visitado por los generales de la Werhmacht.
Tras hablar en privado con ellos, el mariscal subió al segundo piso de su casa y entró a la habitación donde estaba su señora, Lucie Marie, a quien digo: “Vengo a decirte adiós. Dentro de un cuarto de hora estaré muerto. Sospechan que tomé parte en el intento de asesinar a Hitler. Al parecer, mi nombre estaba en una lista hecha por Goerdeler en la que se me consideraba como futuro presidente del Reich... Jamás he visto a Goerdeler... Ellos dicen que Von Stülpnagel, Speidel y Von Hofacker me denunciaron. Es el mismo método que emplean siempre. Les contesté que no creía lo que decían, que tenía que ser mentira. El Führer me da a elegir entre el veneno o ser juzgado por el tribunal popular”.
La oferta de los generales era el suicido, de lo contrario, su familia, los miembros de su Estado Mayor y las familias de ellos sufrirían duras consecuencias.
“Ante todo, debo pensar en mi esposa y en Manfred (su único hijo)”, fueron sus últimas palabras antes de subir al auto junto a los dos generales. En una carretera, Rommel se quitó la vida, pero la versión oficial fue “muerte por un derrame cerebral”.
El 18 de octubre se le realizó un funeral de Estado y el régimen declaró un día de luto nacional.
La verdadera historia de la muerte del mariscal salió a la luz tras los juicios de Nuremberg, donde varios participantes de la trama revelaron la historia.
Después de la guerra quedó en evidencia que Rommel no era un seguidor nazi, creía que los militares no podían inmiscuirse en política y que admiraba a Hitler, por sus cualidades de líder. El mariscal tampoco habría estado enterado del genocidio.
El mítico militar es el único miembro del Tercer Reich que tiene un museo dedicado a su memoria, ubicado en la localidad de Blaustein-Herrlingen, Alemania.