Parece triste, es gelatinoso y la belleza no es uno de sus atributos. Ha sido elegido, según la votación popular, el animal más feo del mundo.

El galardón lo convierte en la mascota oficial de la Sociedad para la Preservación de Animales Feos, una organización que se formó a partir de una serie de shows de comedia sobre ciencia que trataban de llamar la atención sobre las amenazas que se ciernen sobre algunas especies "con problemas estéticos".

El título no oficial de criatura más fea del planeta acaba de ser anunciado en el Festival de Ciencia de Newcastle, en Reino Unido.

El pez borrón encabeza una lista que incluye al mono narigudo, la tortuga de nariz de cerdo, un anfibio cariñosamente apodado como "rana escroto" y las ladillas.

El biólogo y presentador de televisión Simon Watt, presidente de la Sociedad para la Preservación de Animales Feos, dijo que espera que esta campaña pueda ayudar a la conservación de estas extrañas y fascinantes criaturas.

"La forma en que pensamos tradicionalmente la conservación de la naturaleza es egoísta", expresó Watt en conversación con la BBC.

"Sólo protegemos a los animales con los que nos identificamos porque son lindos, como los pandas. Si las amenazas de extinción son tan graves como parecen, centrarse sólo en la fauna muy carismática es un error", agregó.

"No tengo nada contra los pandas, pero tienen sus defensores. En cambio estas especies necesitan ayuda".

¿Qué animal murió hoy?

Watt también espera que la difusión de esta votación aporte una nota ligera y divertida a la conservación del medio ambiente.

"Es el tipo de ciencia más deprimente", dice el divulgador. "Se trata básicamente de averiguar qué animal murió hoy".

Para su campaña, Watt trabajó con comediantes, cada uno de los cuales difundió un mensaje en YouTube en defensa de su feo candidato preferido.

La organización pidió entonces la opinión del público. El ganador, el pez borrón o "blobfish", obtuvo casi 10.000 votos.

La extraña criatura vive en el mar del sudeste australiano y Tasmania, a profundidades de entre 600 y 1.200 metros, donde la presión atmosférica es decenas de veces mayor que al nivel del mar.

Su cuerpo gelatinoso es sólo un poco más denso que el agua, y pasa su vida merodeando en las profundidades.

Se alimenta de cangrejos y langostas, y la pesca de arrastre supone una amenaza considerable para el poco agraciado animal.

Aunque no es comestible, queda atrapado en las redes.

Los hábitats de otros de los animales candidatos al título de criaturas más feas también enfrentan peligros similares.

Por esta razón, Watts insiste en que la conservación de la naturaleza debe concentrarse en proteger hábitats y no especies específicas.