Hoy se cumple una semana desde que la primera dama francesa, Valérie Trierweiler, fue hospitalizada en un centro de salud, luego de que la revista Closer publicara un extenso artículo sobre la supuesta relación amorosa que mantendría en paralelo el Presidente de Francia, François Hollande, con la actriz gala Julie Gayet. Hasta el momento, la presidencia sólo ha protestado por la intromisión en la vida privada del gobernante, pero no ha desmentido el affaire.
De su estado de salud nada se sabe y se desconoce el porqué de su internación, que el semanario Paris-Match asegura tiene lugar en el hospital parisino de la Pitié-Salpetrière. Los medios galos especulan que tiene depresión o que se recupera de un ataque de nervios, que le habría dado al trascender el supuesto amorío. Las únicas palabras oficiales sobre el asunto las emitió el gobernante, cuando el martes, durante la conferencia anual de prensa, se limitó a afirmar que su pareja "descansa".
Según la cadena radial francesa RTL, los médicos no han permitido que Hollande vea a Trierweiler y sólo le habría podido enviar "flores y chocolates". En cambio, Ségolène Royal -ex pareja del gobernante y madre de sus cuatro hijos- sí habría podido acceder a la habitación de Trierweiler (su ex rival sentimental) para ver cómo estaba, según asegura el semanario Voici, que hoy publicará las fotos de la visita.
Mientras se suceden más y más interrogantes sobre la salud de la periodista de 48 años, la teleserie sobre la supuesta infidelidad del presidente (de 59 años) ha reabierto el debate en torno al rol de la primera dama. En respuesta a una consulta sobre el papel que juega la pareja que acompaña al jefe de Estado, el mismo Hollande recordó el martes que "no existe un estatus de primera dama, nunca lo hubo".
Constitucionalmente, la pareja de quien ocupa la jefatura de Estado francés -estén casados o no- no posee ningún estatus especial ni tiene una función definida. De acuerdo con la agencia France Presse, la legislación gala sólo prevé una pensión en caso de viudez.
El vacío legal, no obstante, no impide que anualmente el Estado galo -por medio del presupuesto de la presidencia- desembolse cuantiosas sumas en sus actividades: tienen un guardaespaldas y una oficina en el Elíseo, con su respectiva secretaria.
De acuerdo con la revista VSD, la manutención de Trierweiler le costaría al erario galo unos US$ 26.000 al mes, cifra menor a los US$ 81.000 destinados en su momento a Carla Bruni (esposa de Nicolas Sarkozy) o los US$ 108.000 desembolsados para las necesidades de Bernadette Chirac (esposa de Jacques Chirac).
France Presse afirma que, para terminar con las ambigüedades, hay quienes proponen la formalización del cargo de primera dama, que defina la función, el lugar y el presupuesto del que podría disponer para concretar sus responsabilidades. Otros, en cambio, sugieren una estricta separación entre la vida privada y pública del presidente.
Por lo pronto, Hollande dijo que antes de su viaje oficial a Estados Unidos -programado para el próximo 11 de febrero- aclarará el estatus oficial de Trierweiler, quien fue invitada por la Casa Blanca.