Era un viaje oficial. Una misión de alto nivel, para realizar ejercicios de seguridad nuclear con altos oficiales rusos en Moscú. Pero el general Michael Carey, de la Fuerza Aérea estadounidense y encargado nada menos que del arsenal de misiles atómicos de Estados Unidos, se fue de farra a la capital rusa en julio pasado, donde se emborrachó, salió con mujeres y habría puesto en riesgo información militar sensible. El diario The Washington Post reveló ayer el informe que resume las conclusiones de la investigación contra Carey, quien fue relevado de sus funciones en octubre, aunque aún mantiene su rango.
En uno de los mayores escándalos de los últimos años al interior de las Fuerzas Armadas norteamericanas, durante el viaje Carey incomodó a otros miembros de la delegación y provocó un bochorno frente a sus homólogos rusos, a quienes incluso insultó.
Este general de dos estrellas, con varias misiones en Irak, estaba al mando del arsenal de misiles balísticos intercontinentales de EE.UU., desplegados en tres bases en distintos lugares a lo largo del país. Se estima en 450 el número de este tipo de misiles.
Según el reporte revelado por el Post, Carey comenzó a beber en la escala que hizo en Zurich (Suiza) y no paró durante los tres días que duró la visita a Moscú. La comitiva estadounidense se hospedó en el hotel Ritz-Carlton de Moscú y, durante dos noches, ésta entabló amistad con dos mujeres. En el informe no se menciona si mantuvieron relaciones sexuales, como tampoco si les revelaron alguna información sensible.
Carey contó a los investigadores que a las mujeres las conocieron en el bar de la azotea del hotel y que éstas les dijeron que estaban en un viaje de negocios. Con ellas bebieron y bailaron. El general las describió como extremadamente amigables para haberlas conocido en una sola noche.
De hecho, Carey relató que le llamó la atención que las mismas dos mujeres estuviesen ahí dos noches consecutivas. A su regreso a EE.UU., Carey reportó su contacto con extranjeras y les dio sus tarjetas de presentación a una unidad de investigación especial de la Fuerza Aérea.
EN LA PLAZA ROJA
Pero el oficial Carey también socializó hasta muy tarde con una vendedora de una tienda de cigarros que le levantó las cejas y le generó sospechas. Las noches de juerga le pasaron la cuenta a Carey. De acuerdo con el informe, "el consumo de bebidas alcohólicas afectó su conducta durante las sesiones informativas (con sus pares rusos), en los cócteles, durante un tour a un monasterio y en una caminata por la Plaza Roja para una cena". En ese lugar, Carey trató de mala manera a sus pares estadounidenses, fue incapaz de mantener el ritmo de la caminata y respondió a todo con "muy mala cara". Además, se quejó permanentemente.
En cuanto al diálogo que Carey entabló con sus pares rusos, el informe señaló que el oficial estadounidense "fue grosero". En las conversaciones entre ambas delegaciones, Carey se comportó de mal modo al referirse a la situación en Siria y al caso de Edward Snowden, el ex informático de la NSA, quien llegó a Moscú en junio y recibió asilo de Rusia en agosto.
Y mientras bebía con desenfreno, el general gritó a viva voz que su unidad "tenía la peor moral y que los altos mandos no le brindaban su apoyo". Carey fue separado de su cargo por "mala conducta personal", pero luego fue designado como asistente especial del comandante de la Fuerza Aérea Espacial.