Twitter ardía y José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del gobierno en funciones, era testigo del incendio. El olor a quemado tal vez le llegó con más claridad que en otras ocasiones. Porque, como reconocería más tarde, la polémica desatada en esta red fue clave en su decisión de no aprobar la norma de aplicación de la ley Sinde, que busca frenar la descarga, sin autorización, de contenidos protegidos por derechos de autor. Una norma ya autorizada por el Parlamento, y cuya paralización bajo estos motivos ha servido de combustible al debate sobre la legitimidad de sistema electoral, especialmente candente en internet. No en vano el lema más famoso del movimiento 15-M, cuyo catalizador ha sido la red, es un aviso a los diputados: "No nos representan".
El de la ley Sinde es el último y más destacado ejemplo del creciente número de decisiones empresariales, editoriales y políticas que se toman movidas por opiniones vertidas en Twitter, o con ellas como excusa. ¿Se justificada la influencia de esta red social? ¿Representa el sentir social?
"Lo que se opina en la red es lo que se opina en la red. Se trata de un dato relevante, pero no extrapolable a la población general", dice el secretario de comunicación del PP, Carlos Floriano. Francisco Polo, director de Actuable, plataforma activista online, coincide en parte. "Twitter no es la sociedad en absoluto, pero que miles de personas visibilicen en una red que hay algo que no les parece bien es síntoma de que hay algo mucho mayor detrás".
Según distintas estimaciones, en el caso de España hay tres millones de personas suscritas a esta página. Twitter no facilita datos sobre sus seguidores y es famosa por su opacidad, pero se sabe que hay más hombres que mujeres, más habitantes de un entorno urbano que del rural, y que tienen entre 20 y 40 años, como cuenta Juan Antonio del Moral, responsable de Alianzo, firma que analiza redes sociales. Esto deja fuera casi a la tercera edad y a los adolescentes. "Una parte significativa del país, tan importante como el resto y que no tiene la oportunidad de influir en los políticos, medios, etcétera, a través las redes sociales", agrega Luis Miguel González de la Garza, doctor en Derecho Constitucional y experto en sufragio electrónico.
Esperanza Aguirre es un claro ejemplo de la desconexión que a veces existe entre Twitter y el mundo real. La política del PP se ha convertido en uno de los personajes más criticados en esta red. Hay incluso un falso perfil suyo en clave sarcástica: Espeonza Aguirre. Pero su impopularidad online no es extrapolable al conjunto del electorado: ha ganado con holgura la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Pese a todo, para el experto en comunicación Antonio Gutiérrez Rubí, Twitter funciona como un potente sensor social y constituye una pista sociológica a tener en cuenta. "Toma muy bien la temperatura de la reacción que provocan los hechos de la realidad". Y lo hace con rapidez, casi en tiempo real. Genera eco en función de la participación de la gente, de su interés por los temas. "El hecho de que la parte más creativa, influyente y prescriptora de nuestra sociedad participe en esta red social" es lo que la hace especialmente relevante, continúa. "Es una demoscopia de personas con capacidad de crear opinión". Aunque no de todas. Zapatero nunca ha tenido cuenta de Twitter, pese a que ahora se plantea crearla, "porque hay que estar ahí". Mariano Rajoy la abrió en septiembre, y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, cerró la suya tras las elecciones.
En Twitter participa mucha gente a la que le gusta jugar a la popularidad, influir y difundir su opinión, porque "al que no influye no le gusta estar", dice Del Moral. La prueba de que esta web reúne a líderes sociales es que ya hay empresas que les ofrecen dinero para que hablen en sus perfiles sobre ciertos productos, como dice Enrique Dans, consultor en nuevas tecnologías y con más de 144.000 seguidores en Twitter.
Esta red no sólo permite publicar, sino también suscribirse a las publicaciones de otras personas de forma automática. Puede que, como distingue Gutiérrez Rubí, tener muchos lectores no convierta a nadie en representativo ni en representante de nada -"Los followers o seguidores no son electores"-, pero sí lo erige en referente y, desde luego, en alguien influyente. Dans asegura que si destaca en su perfil de Twitter una web o un blog, unas 1.000 ó 2.000 personas lo visitarán porque él lo ha recomendado. "La difusión de la información en redes sociales no es aséptica ni anónima. Te llega de alguien con prestigio concreto y que te genera una confianza, así que la credibilidad que le das y la actitud con la que la recibes y la compartes con tu grupo de amigos o seguidores es distinta".
Retuitear (replicar una información a tus seguidores) es un acto de autonomía, dice Gutiérrez Rubí. "La diferencia con el pásalo es que aportas tu reputación y tu identidad en internet a esa información, incluso la reinterpretas haciéndola tuya. Tomas una decisión. El eslogan de la CNN era "Está pasando, lo estás viendo", pero en Twitter es "Está pasando, lo estoy haciendo". Es un escenario para la acción y ese es el cambio".
La clave, según Polo, es que los ciudadanos están empezando a usar las redes sociales como herramienta para ejercer el poder que tienen en la sociedad. "En las últimas décadas la gente tenía la impresión de que no podía cambiar su entorno. Ahora, con estas plataformas pueden influir y expresar su opinión de forma rápida".
El trending topic (TT) o tema del momento es el equivalente a los 37,5 grados en el termómetro social de Twitter. Cuando algún tema (o hashtag) se convierte en TT es señal de que hay fiebre. Algo pasa. Alerta de que los tuits sobre un tema han aumentado mucho en un momento concreto. No de que ese sea el tema del que más se está hablando. El TT mide un pico de audiencia. Por ejemplo, el hashtag #justinbieber es uno de los más populares a nivel mundial, pero se mantiene constante en cuanto a cantidad de comentarios en el tiempo. Además, las personas que participan en esa conversación son casi siempre las mismas. Por eso, no es trending topic. Sin embargo, un tema del que casi no se habla puede acelerarse con menos gente coordinada de golpe, y convertirse entonces sí en TT. Los trending topics siempre aparecen destacados en la página de inicio de cada usuario. Una visibilidad muy tentadora dentro del mare mágnum de 94 millones de tuits que se publican al día en esta red social.
Tratar de manipular a los tuiteros para conseguir que algo llegue a TT parece muy tentador, pero es, según los expertos, complejo. Twitter no revela cuáles son los algoritmos que determinan qué temas se van a destacar. Además, según Del Moral, es más difícil manipular internet que otros formatos. "Hay tanta gente crítica y recelosa, que resulta fácil descubrir cuándo hay personas trabajando de forma premeditada para montar una campaña". Como reconoce Floriano, al final "cuando mientes, la red te expulsa".
"La viralidad existe, si existe la gasolina que te permite incendiarla. No surge porque sí: primero tiene que haber un hecho indignante que pase a ser conocido y que haga que la gente se vincule, se involucre", explica Polo. El director de Actuable considera que para que funcione debe mostrar que la visibilización de esa indignación puede llegar a cambiar la realidad. Por eso, en opinión de Polo, decir que cuatro tuiteros son capaces de tumbar una ley aprobada por el Congreso es tan simplista como decir que lo han hecho un puñado de periodistas.