Mide casi dos metros. El martes fue una de las pocas veces que no se le vio con su riguroso traje negro. Lucía la polera del Bayern Múnich, en el duelo que Chile se impuso por 3-1 a Venezuela, en el Monumental. El mismo tipo que hace algunos años escoltaba a Hugo Chávez, líder de la revolución venezolana, hoy se ha transformado en la sombra del mejor jugador chileno de todos los tiempos: Arturo Vidal.

Gabriel Marrero (31 años) se declara venezolano, porque eso consiga su certificado, pero chileno de corazón. "Me vine acá porque me enamoré de una chilena. Ya tengo dos hijos con ella. También siempre me llamó mucho la atención el Festival de Viña del Mar. Era un sueño venir para acá. No entiendo a los extranjeros que se quejan del trato o algo por el estilo. Yo nunca he tenido problemas", comienza diciendo a La Tercera. En el estacionamiento del Monumental, el guardaespaldas del Rey espera, regalando siempre sonrisas, que su protegido salga del camarín para retirarse a su hogar capitalino. Carlos Aliaga, cercano a Vidal, lo mira desde el interior de la camioneta, programando el reguetón que recibirá al 23.

"Conocí a Arturo una vez que trabajé para una empresa en uno de sus eventos. Ahí tuvimos muy buena onda y me pidió mi currículum. Ya son cerca de seis años trabajando juntos y sólo tengo satisfacciones", afirma.

Su historia siempre estuvo ligada a cuidar vidas. "El trabajo que desempañamos es para que otros puedan vivir", dice, de entrada. Es por esto, que no fue extraño que desde pequeño, en la humilde ciudad de Curiepe, en Venezuela, que cuenta con apenas 15 mil habitantes, Guillermo Barrero se metiera desarrollar una carrera militar. Llegó a ser escolta presidencial de Hugo Chávez, líder de la revolución venezolana: "A Hugo Chávez lo extraño mucho. Fue un honor servirle. Era un gran tipo, muy cercano. La gente lo quería mucho. Él se entregó al pueblo al máximo", dice, con algo de emoción. "Una vez, cuando ingresó a un salón, le recité un lema que le llamó la atención, y me sonrió: 'Buenas tardes mi Comandante. Caballero por herencia, valiente por tradición. Escolta por Venezuela y por defender la misión'. Nadie nunca le había dicho algo así. En esa oportunidad estaba Néstor Kirchner, ex presidente de Argentina. Fue un momento emocionante que tengo guardado en mi corazón ", comenta, con orgullo.

Hoy, cada vez que el Rey Arturo llega a Chile, el venezolano es el encargado de resguardar su integridad. Está durante 24 horas a su disposición: "Estoy todo el día con Arturo. Para mí es un orgullo. Es una persona muy humilde, que se debe al pueblo, igual que Hugo Chávez. Son muy parecidos en ese sentido. Es muy cercano a la gente y para nosotros son personalidades que rompen protocolo. Baja el vidrio en cualquier momento, se saca fotos con todos. Hasta yo me pongo en las imágenes", dice, sonriendo. "Para mí no es una estrella. Él te lo hace sentir así, porque es demasiado cercano. Le sigo toda su carrera, todos sus partidos y estoy seguro de que seguirá triunfando en Europa".

Ayer, el Rey volvió a Alemania. Su guardaespaldas, en tanto, quedó a la espera de un nuevo encuentro con una de las vidas que más aprecia.