Fue estrecha la final de la espada femenina en el CAR del Estadio Nacional. La chilena Cáterin Bravo partió ganando, un 1-0 que mantuvo hasta el inicio del tercer y último parcial. Sin embargo, en esos tres minutos la colombiana María Martínez dio vuelta las cosas y se llevó la medalla de oro, cerrando el combate por 4-3.
Presea de plata para la nacional, que no la dejó satisfecha. "Me voy un poco picada, porque perder por tan poco es raro", analizó la esgrimista olímpica.
"Fracaso es una palabra muy grande, pero yo quería el oro", agregó.
La amargura no paró. A Bravo le dolió bastante la derrota, al punto de que aseguró que podría dejar la actividad deportiva.
Tras el combate final, declaró que "no sé si sigo, tengo que hablarlo con mi familia, conversarlo durante este mes. No estoy segura de seguir porque hay poco apoyo. Estos 20 años de carrera han sido muy difíciles, de mucho sacrificio. El concepto de deportista de alto rendimiento no existe en Chile, por lo que no cotizo, no tengo salud. Ni he podido estudiar, han pasado 20 años y estoy en nada".
No fue la única medalla local. En semifinales, Bravo derrotó a Pía Montecinos, lo que le significó el bronce. La misma presea consiguió, en florete Rubén Silva, hermano de Paula, medallista de oro.