En las finales de 2015, las mismas que consagraron el primer título de los Golden State Warriors en la NBA desde 1975, Steve Kerr empezó a sentir las primeras molestias en la espalda. Tiempo después se operó, pero una negligencia médica le provocó una lesión vertebral y fuga de líquido espinal que hasta hoy no ha podido sanar.
En la temporada anterior, de hecho, se perdió los primeros 43 partidos del conjunto de Oakland. Logró estabilizarse para dirigir al equipo a su segunda final consecutiva y, en esta campaña, alcanzó a estar en la mayoría de los duelos de Golden State, hasta el segundo duelo de la primera serie de los playoffs, ante Portland Trail Blazers. El dolor (acompañado de jaquecas y vómitos) va y viene, y muchas veces le impide hasta caminar. Kerr seguramente no volverá a estar en la banca, por lo menos en esta definición por el anillo, nuevamente ante los Cleveland Cavaliers, serie que se inicia el jueves.
En la emergencia, el puesto de Kerr lo tomó Mike Brown, su primer asistente y con amplio recorrido en la NBA. Al mando de los mismos Cavaliers, de hecho, Brown guió a LeBron James a sus primeras finales de la NBA, en la que San Antonio Spurs barrió 4-0. En 2008-2009, además, el graduado de la Universidad de San Diego obtuvo el galardón de técnico del año, también al mando de Cleveland. Un año después, fue despedido de la franquicia por los malos resultados.
Tras una corta y no muy fructífera estancia en los Lakers, el hoy DT de los Warriors regresó al elenco de Ohio. Firmó un contrato por cuatro años, a cambio de US$ 5 millones por temporada. Su retorno coincidió con la vuelta de LeBron a Cleveland, sin embargo, el fiato no era el mismo y fue el mismo King James quien forzó su salida del cargo.
Tras un año sin trabajo, Kerr lo llamó para que se uniera a Golden State. Lo quería, entre otras cosas, por su amplio conocimiento de James y Kyrie Irving, las principales estrellas de los Cavaliers. La movida le salió perfecta, pensando en que justamente ahora los enfrentará en la última batalla por el campeonato.
Lo increíble es que Mike Brown sigue recibiendo paga de su oneroso vínculo con Cleveland, roto unilateralmente por la franquicia dominante de la Conferencia Este. La figura es muy extraña: en el banco de los Warriors, encabezándolos en la final y cobrándole dinero a sus rivales. "Ahora mismo no sé cuáles serán mis sentimientos volviendo a Cleveland. Obviamente, será especial para mí, porque son las Finales", reconoce.
Kerr, dentro de lo que permite su condición, sigue entrenando a Golden State, analizando videos y confeccionando sus jugadas. Brown, respetuoso, las aplica en los partidos. Aunque claro, con su sello, mucho más obsesivo con la faceta defensiva del juego. "Se trata de encontrar el equilibrio adecuado, entre el estilo de Mike y el mío", apunta el técnico titular.
Una historia de entrenadores, una de varias que le agregan color a la esperada final entre las dos mejores escuadras de la NBA.