Anticipadamente ya se podía haber escrito que España golearía a Tahiti, por la segunda fecha del grupo B de la Copa Confederaciones. Simplemente porque los antecedentes eran devastadoramente favorables para la escuadra campeona del Mundo y de Europa, quien se medía ante un elenco que hace poco fue goleado 8-0 por la Sub 20 de Mario Salas en Chillán.
De este modo, a nadie le extrañó que el marcador terminara 10-0 a favor de los ibéricos, y que ya a los 4 minutos Fernando Torres anotara el 1-0 para España. Los restantes goles: David Silva (31' y 89'), el mismo Torres (33', 57' y 78'), David Villa (39', 49' y 64') y Juan Mata (66').
Pero más allá de la abismante diferencia entre uno y otro elenco, este partido estuvo condimentado por el constante apoyo por parte del público brasileño al representativo de oceanía.
De hecho, el himno tahitiano fue mucho más aplaudido que el de los españoles. También, en instantes en que el conjunto de Eddy Etaeta tenía el control del balón, los hinchas presentes en el Estadio Maracaná se animaron a gritar "ole".
O bien, cuando el arquero Mikael Roche atajó cada pelota que pudo, se escucharon fuertes aplausos en Río de Janeiro.
Ya finalizado el compromiso, el desenlace frío es claro: España prácticamente clasificado a la siguiente fase, mientras que a Tahití -víctima de dos goleadas- le queda sólo el partido ante Uruguay para despedirse de la Copa Confederaciones.
Sin embargo, en la retina quedará la ovación con la que un Maracaná repleto despidió al peculiar elenco protagonista del anecdotario reciente del fútbol mundial.