La selección española regresó de la Copa Confederaciones molesta con la FIFA y con la organización brasileña del torneo, temiendo lo que se encontrarán en el Mundial 2014.

España, que perdió 3-0 la final ante Brasil, cuestionó no haber podido establecer una sede en una ciudad, que les prohibieran sus viajes tras los partidos y que las concentraciones fueran en hoteles de menor calidad a la habitual.

En la Copa Confederaciones, la FIFA no le dejó elegir una sede fija, como suele hacer en las fases finales de los torneos, desde la que se desplaza para los partidos que pueda jugar en otras ciudades en la víspera del encuentro.

Miembros de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), ya han mirado varias opciones para el Mundial y les gusta la opción de quedarse por Río de Janeiro. Y es que España sufrió en Recife y Fortaleza, donde a los jugadores se les tenía recluidos por la falta de seguridad y en hoteles de un nivel medio, con instalaciones antiguas.

En Recife los españoles llegaron a entrenar en un espacio sin la posibilidad de ducharse y tras una hora de camino desde el hotel. Las distancias fueron motivo de queja de los jugadores.

Uruguay, en esa ciudad, tuvo que anular dos entrenamientos, el primero por falta de iluminación y el segundo por inundarse el terreno.

El calor de Recife tampoco ayudó. Temperaturas superiores a los 30 grados en los primeros días de invierno brasileño y un alto nivel de humedad pasó factura. Así jugaron el último partido de la fase de grupos ante Nigeria y las semifinales contra Italia.

"Ha sido duro para todos, por el clima y las infraestructuras. Depende de la ciudad que te toque tienes una suerte u otra", aseguró Fernando Torres.

"De cara al Mundial hay que tener suerte en el sorteo y las horas de los partidos. Son pequeños detalles que te hacen tener un resultado u otro... Ya sabemos lo que nos vamos a encontrar, desplazamientos larguísimos para ir a entrenarnos a más de una hora y unas condiciones que no esperábamos encontrar", añadió el delantero.

Además, la FIFA impidió a España volar tras sus partidos, una costumbre que permite a los jugadores pasar viajando esas horas después de jugar en las que les cuesta conciliar el sueño. La RFEF ofreció pagar el costo extra, pero se le negó.

"Uno se intenta adaptar a las condiciones y la realidad es que no se puede pedir más de lo que hay. Si el Mundial se celebra aquí será igual para todas las selecciones. No somos niños mimados que implantemos o exijamos cosas, venimos a jugar con las condiciones que hay para futbolistas y para todos que han comprobado el nivel de hoteles. Es la FIFA la que debe decidir a la hora de tomar decisiones", afirmó Sergio Ramos.