Sin duda que para España, el tema de la contaminación por bolsas plásticas se ha convertido en un problema que ya pasó a mayores. Se trata del primer productor europeo de bolsas de un solo uso y el tercer consumidor de las mismas. El consumo promedio por habitante es de 238 bolsas al año, los que al final de su vida útil no tienen un buen uso: sólo el 10% de ellas termina en los contenedores de reciclaje y el 20% de la basura en las playas corresponde a bolsas, las que luego se convierten en trampas para la fauna.

Es esta situación la que obligó al Plan Nacional Integrado de Residuos a tomar la drástica determinación de eliminar por completo el uso de estas bolsas. La prohibición será paulatina, ya en el país ibérico existen 700 empresas y 11 mil trabajadores dedicados al negocio de las bolsas.

De todas formas, para el 2010 se espera que el consumo se haya reducido en un 50%, la base para luego ir haciéndolas desaparecer de forma paulatina hasta el 2012. De no funcionar, el gobierno tendrá la facultad de colocar un impuesto a estos productos, los que deberán ser pagados por la empresa que los ofrezca, o bien, por los usuarios, con lo que se espera se desincentive su uso, tal como ocurre en países como Irlanda, Alemania y Bélgica.

Por el momento ya se examinan las alternativas que sean sostenibles para el medio ambiente: las bolsas de rafia, por ejemplo, que aguantan 50 usos, o las de fécula de papa, que si bien es cierto son más caras, permiten que el consumidor ahorre 18 mil bolsas en su vida, que en el caso de España, equivale a consumir sólo el 7% del total de bolsas en el año.