En Quillota, luego de la derrota ante San Luis, Guillermo Hoyos reflexionó en silencio. No dialogó en extenso con sus asistentes, ni menos con los dirigentes. Cuando el equipo no consigue el resultado esperado, el transandino opta por el silencio. Y se le respeta.
En su cabeza, sin embargo, hay un ex futbolista azul que le está dando vuelta. El fantasma de Gonzalo Espinoza, en el mediocampo, le pena. Ya transcurridas tres fechas, el estratega no da con el equipo que le permita marcar diferencias frente a los rivales. El mediocampo y la ofensiva azul carecen de la conexión que llevó al equipo de La Cisterna a conseguir el Clausura.
Los hombres que arribaron al CDA no han logrado suplir al futbolista que hoy milita en el Kayserispor turco. Rafael Caroca, pese a su buen cometido, no se muestra como una alternativa al momento de generar juego. Tampoco tiene el remate de larga distancia de Bulldog. Felipe Seymour y Rodrigo Echeverría cumplen labores más defensivas. Este último, incluso, apenas sumó unos minutos ante Temuco, en el Nacional. Quizás haber evitado la partida de Franz Schultz, que se concretó antes de la partida de Espinoza, podría haber ayudado a resolver el problema azul. "Hoyos quería que continuara Espinoza, pero era imposible retenerlo. Tenía un costo de prácticamente un millón de dólares para el club", dice un funcionario de la institución.
Lo cierto es que en la concesionaria reconocen que falta un futbolista "que rompa líneas". Un jugador que sea capaz de desequilibrar durante el transcurso de un duelo cerrado. Esa responsabilidad, hasta la caída ante San Luis, la había asumido con éxito Gustavo Lorenzetti. Sin embargo, en la Quinta Región, el Duende no tuvo un buen cometido.
Ronald Fuentes, gerente deportivo de Azul Azul, se lo anticipó a Hoyos en el inicio del Transición. El equipo debía reinventarse, considerando que los rivales le tomarían la mano al juego del campeón del fútbol chileno. Es por esto que en las últimas dos presentaciones estudiantiles, el DT ha cambiado el esquema en los segundos 45 minutos. ¿La movida? Sacar un delantero y poner un futbolista, como David Pizarro, que asume labores creativas. Ante San Luis el damnificado fue Francisco Arancibia, mientras que ante Temuco optó por la salida de un futbolista de corte, como Felipe Seymour. Del 4-3-3 inicial pasó a un clásico 4-4-2.
Otro de los problemas radica en la ofensiva. Mauricio Pinilla y Leandro Benegas, este último jugando como extremo izquierdo, no se complementan. En la caída ante los Canarios, ambos fueron a pivotear un balón, cuando por posición le correspondía a Pinilla. Este último se lo hizo saber, levantándole las manos en señal de molestia. Hoyos, sin embargo, ya ve que buscar siempre al 9 azul se puede llegar a transformar en un problema. Lo trabajará. Ya lo avisó. El DT no quiere crisis en La Cisterna.