A pesar de que la prensa extranjera da por perdida una posible reconciliación entre Sandra Bullock y su esposo Jesse James, lo cierto es que el marido de la actriz parece seguir esperanzado en salvar su matrimonio.
Así lo asegura la revista People en su edición electrónica agregando que James decidió ingresar en una clínica de rehabilitación, omitiéndo eso si, la adicción del empresario acusado de infiel.
"Jesse ingresó por su cuenta en una institución de tratamiento para lidiar con temas personales", declaró su representante en un comunicado enviado a la publicación.
"Se ha dado cuenta de que está en un momento crucial para buscar ayuda para sí mismo, su familia y para salvar su matrimonio", agrega el publicista.
Mientras, el diario neoyorquino "The New York Post" publicó que James ingresó en una clínica de rehabilitación en Arizona con el fin de tratar su problema de adicción al sexo.
De esta manera, el empresario de 40 años pasará una temporada en la misma institución en donde su esposa, galardonada recientemente con un Oscar por su papel en "The Blind Side", y Viggo Mortensen, rodaron la cinta "28 days" en el año 2000.
NO HABRA ADOPCION
En tanto, Bullock, que al enterarse del escándalo canceló su viaje a Europa para el estreno de The Blind Side, la película por la que acaba de ganar su primer Oscar, y viajó a Austin a casa de su hermana, se encuentra de regreso en Los Ángeles, aunque no en la casa que compartía con James y los hijos de éste, informa hoy el diario español El País.
Según agrega la publicación, Bullock se habría mudado a una mansión que posee en Hollywood Hills y en la que vivía antes de casarse con James.
La actriz compró la casa por más de un millón y medio de dólares en 2001 y poco después se mudó a Sunset Beach, donde vivía con su marido y los tres hijos de éste hasta hace dos semanas.
Y, a pesar de que varias publicaciones aseguraron que Bullock estaba en trámites de adoptar a sus hijastros, el representante de la actriz ha desmentido que sea así. De hecho, Chandler, de 15 años, Jesse Junior, de 12, y la pequeña Sunny, de sólo seis, siguen viviendo en casa de su padre, quien, antes de buscar tratamiento, pasó la mayor parte de las últimas dos semanas sumido en la rutina de dejar a sus hijos en el colegio e ir a trabajar a la tienda de West Coast Choppers que posee en Long Beach.