Béji Caïd Essebsi, de 88 años, es un político veterano que ocupó importantes posiciones durante el gobierno del fundador de la Túnez independiente, Habib Burguiba. Tras vencer en las elecciones del domingo, se convertirá en el primer presidente del país elegido democráticamente.
Essebsi nació en 1926 en Sidi Bou Said, cerca de la capital, en el seno de una familia de terratenientes. Estudió derecho en París y en 1942 se unió a la lucha de Burguiba por la independencia.
Más tarde Essebsi se convirtió en asesor del presidente Burguiba, en jefe de la seguridad del Estado, ministro de Interior, Exteriores y Defensa. También fue embajador en Francia y Alemania.
En 1990 se convirtió en presidente del Parlamento bajo el brazo de Zine el Abidine Ben Ali, quien derrocó a Burguiba en 1987 y que en 2011 sería derrocado por la Revolucíon de Jazmín. En los años 90 el futuro presidente volvió a trabajar también como abogado.
Tras el derrocamiento de Ben Ali, Essebsi fue primer ministro entre marzo y diciembre de 2011, pero dimitió después de que el partido islamista En Nahda ganase en las primeras elecciones libres celebradas en el país.
Sin embargo, tras una larga crisis y disturbios, En Nahda entregó el liderazgo del país a un gobierno de transición integrado por expertos independientes.
En tanto, Essebsi fundó su propio partido, el secular Nidaa Tounes, al que proclamó guardián del legado de Burguiba y defensor de la moderación, en contra de En Nahda y de los islamistas radicales.
Nidaa Tounes ganó las elecciones parlamentarias de octubre pasado, en las que En Nahda quedó segundo. En esos comicios, al igual que ahora en los presidenciales, Essebsi y su partido hicieron de la seguridad interna y la estabilidad del país el principal tema de su campaña.
Essebsi, casado desde hace más de 50 años, tiene dos hijos y dos hijas. Sus detractores creen que es demasiado mayor para gobernar, pero sus seguidores aseguran que su estado de salud es bueno, y se remiten para ello a sus apariciones durante la campaña electoral.
Otros de sus críticos creen que revivirá el autoritarismo de la era Ben Ali. Essebsi lo niega y ha prometido trabajar junto a sus rivales políticos.