Fuera de un antiguo palacio de la ciudad asiria de Nimrud, restos destrozados de elaborados tallados yacen rotos en medio del polvo.

Intrincados paneles y estatuas colosales de toros alados se habían mantenido en pie en el lugar por casi tres milenios, recordatorios de un poderoso imperio que se extendía por Oriente Medio.

En el lado norte de la antigua ciudad, un ziggurat -o pirámide de terrazas- se alzaba por sobre el palacio y los templos cercanos. Eso hasta hace dos años, cuando combatientes de Estado Islámico arrasaron con el norte de Irak, saqueando las localidades antiguas, los sitios religiosos y palacios que los musulmanes suníes de línea dura calificaban de idólatras.

Las terrazas fueron reducidas a una montaña de tierra, aparentemente derrumbada por topadoras en los últimos dos meses antes de que los combatientes de EI fueran expulsados de la ciudad el domingo por fuerzas iraquíes.

Las paredes de los palacios fueron despojadas de las fachadas elaboradas que las adornaban. Solo quedan algunas piezas, mientras que fragmentos de los toros alados -o lamassus- que vigilaban una de las entradas del palacio yacían afuera del lugar en una montaña de escombros.

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"Habían unos 200 paneles. Estado Islámico robó algunos de ellos y destruyó el resto", dijo el mayor general Dhiya Kadhim al-Saidi a Reuters durante una visita al lugar el miércoles.

El grupo extremista aún controla otros lugares asirios antiguos como las ruinas de Nínive y Khorsabad, o Dur Sharrukin, así como la ciudad de 2.000 años de Hatra, en el desierto, famosa por un templo de columnas que mezcla la arquitectura grecorromana con la oriental.

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Nimrud está en la orilla oriental del río Trigris, 30 kilómetros al sur de Mosul donde soldados iraquíes intentan derrotar a Estado Islámico. Mosul es la ciudad de mayor tamaño bajo control del grupo en Irak y Siria.