Hasta 1994, Estados Unidos era una selección nacional del montón y que no tenía una historia interesante para contar. Salvo las semifinales del Mundial de 1930 y la sorprendente victoria sobre Inglaterra en 1950, los norteamericanos eran un equipo de muy bajo perfil.
Ese año, cuando el país acogió la Copa del Mundo más por presión de FIFA que interés de sus propios ciudadanos, inició un proceso lento que comienza a ver ahora los frutos de esta evolución, que desde el mes pasado los tiene clasificados a Brasil 2014 y como una de las selecciones a seguir durante la cita internacional.
Encabezadas en este proceso por el técnico alemán Jürgen Klinsmann, la selección se convirtió en estas clasificatorias en la mayor potencia de Concacaf, con su juego atractivo y ofensivo elogiado a nivel mundial.
A diferencia de 1994, cuando el soccer era un experimento poco atractivo, esta selección posee elementos que destacan en el fútbol inglés y alemán. Landon Donovan, goleador histórico de los norteamericanos, con 57 tantos, es la principal figura de un equipo que consiguió su sexta clasificación seguida a mundiales.
Además de figuras como Donovan, Jozy Altidore y DaMarcus Beasley, la clave es el trabajo de Klinsmann, quien en 2011 asumió como DT y que posee control en las decisiones no sólo de la selección adulta, sino que en divisiones inferiores.
El proceso, que comenzó lento, se reafirmó con el título de la Copa de Oro 2013 y luego se afianzó con la clasificación. Con el pasaje listo, Klinsmann pretende seguir con el proceso hasta 2018 y la federación parece que accederá.
Sao Paulo será su base de operaciones en Brasil. ¿La meta? El alemán quiere alcanzar, como mínimo, octavos de final, la misma fase donde Ghana los sacó de Sudáfrica 2010. ¿Y si es campeón del mundo? Hay un bono de US$ 10 millones para el técnico que logró la evolución del soccer en Norteamérica.