En aumento han ido las señales de que EE.UU. se prepara para aumentar las exportaciones de gas natural, una decisión que podría tener impacto en los precios internacionales del combustible y hacer que éste llegue a Chile más barato que hoy.

El desarrollo de nuevas técnicas de explotación permitió que la producción de shale gas en EE.UU. se disparara a partir de 2005, haciendo caer los precios internos (Henry Hub) desde US$ 13 por millón de BTU en 2008 a unos US$ 4 por millón de BTU a la fecha, alimentando un renacimiento industrial y petroquímico. Los excedentes que van al exterior alcanzan precios de US$ 9 por millón de BTU en Europa y entre US$ 14 y US$ 15 por millón de BTU en Asia.

La idea de exportar abrió una intensa discusión entre quienes ven una oportunidad de equilibrar la balanza comercial estadounidense y quienes temen un alza en los precios internos que afecte a los consumidores y la industria. Las leyes locales establecen que los envíos de gas deben contar con una licencia federal y que el presidente de EE.UU. debe determinar que "son consistentes con el interés nacional". Pero la intensidad de la discusión respecto de la posible pérdida de ventajas para la industria, si se vendía gas al exterior, paralizó el proceso. Tras entregar una licencia de exportación de gas natural licuado (GNL) a Cheniere Energy en mayo de 2011, el Departamento de Energía (DOE) decidió esperar un estudio de impacto económico, hecho por Nera Economic Consulting, antes de aprobar otra solicitud. El resultado, conocido en diciembre, apunta a que si bien los precios internos subirán cuando EE.UU. exporte gas, los probables beneficios económicos más que compensarán esa alza.

Hace un mes y medio la administración de Obama entregó las primeras señales respecto de este tema: en mayo se aprobó un permiso de exportación para Freeport LNG, el primero en dos años, y Obama declaró explícitamente que era probable que EE.UU. fuera un exportador neto de gas para 2020.

Eso reforzó las expectativas creadas el 24 de abril, cuando el entonces asesor de seguridad nacional, Tom Donilon, dijo que la bonanza energética daba a su país "una mano más fuerte en la búsqueda e implementación de nuestros objetivos de seguridad nacional". En un discurso en la inauguración del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, Donilon manifestó que las autoridades estaban tomando conciencia del impacto geoestratégico de la mayor producción de petróleo y gas y aseveró que estaba constituyéndose en un elemento clave de su política exterior.

La mayor producción en EE.UU. podría romper el vínculo entre los precios del gas y del petróleo y "debilitar el control de los proveedores tradicionales de gas natural", explicó Donilon, añadiendo que un mercado internacional competitivo es positivo para EE.UU. y sus socios.

Ahora los observadores esperan que se destrabe el proceso para las más de 20 solicitudes acumuladas en el DOE en estos últimos dos años.

Impacto en Chile


Chile parte con la ventaja de tener un tratado de libre comercio vigente con EE.UU., lo que hace que las licencias de exportación de gas sean prácticamente automáticas y consideradas de interés nacional, por lo que no pueden restringirse. EE.UU. sólo ha firmado TLC con 20 países y, de ellos, Corea del Sur es el único importador significativo de gas. De ahí la importancia de las autorizaciones para exportar a países con los que no hay TLC: es la única manera de apuntar a los mercados europeo y asiático y conseguir un volumen de demanda que haga económicamente viables las inversiones en terminales de licuefacción.

Nuestro país podría beneficiarse por dos vías. Una es la importación directa de gas a precios más bajos, aunque de ningún modo sería al mismo valor Henry Hub: hay que sumar unos US$ 5 a US$ 6 por millón de BTU por el costo que implica licuar el gas, transportarlo y regasificarlo. En un escenario optimista, la cotización sería de unos US$ 9 por millón de BTU. Hugh Rudnick, profesor de la Universidad Católica, estima que estará más cerca de US$ 12 por millón de BTU.

La otra, es que en la medida que EE.UU. avance en su objetivo de desarrollar el mercado internacional del gas se romperá la vinculación del precio de gas con el petróleo y habrá un cierto grado de convergencia a la baja en los precios internacionales.

Rudolf Araneda, gerente de GasAtacama, sostiene que cuando el gas se comercia a precio de petróleo la generación a gas resulta 20% a 30% más cara que la generación a carbón. En cambio, al conectarse a los precios Henry Hub, asegura, se puede generar con gas a valores muy similares a los del carbón, pero con menos contaminación y, además, se generan condiciones para incorporar una participación mayor de energías renovables no convencionales.

El plazo en que esto pueda ocurrir se relaciona con los tiempos de construcción de las plantas, que una vez que tienen los permisos aprobados tardan unos cuatro años en terminarse. Cheniere, por ejemplo, tiene previsto iniciar exportaciones en 2016. Según Araneda, eso es compatible con los grandes crecimientos de demanda en Chile, en 2017 y 2018.

Las plantas de licuefacción requieren de inversiones por un monto de US$ 5.000 millones y ya están firmando contratos con grandes empresas de energía, interesadas en comprar gas a precio estadounidense para venderlo a precio internacional. Como cada módulo alcanza para 3.500 MW, una empresa chilena que quiera comprar gas para una sola planta es un cliente chico y probablemente se encontrará con intermediarios y pagando un costo adicional sobre el precio Henry Hub.

Para Rudnick, las exportaciones de EE.UU. podrían ofrecer una opción adicional, pero el impacto que pueda tener pasa por decisiones internas. Lo ocurrido con Barrancones, Castilla y Punta Alcalde, plantea, muestra que el desafío es ver si será posible desarrollar centrales a carbón, para las cuales existen tecnologías poco contaminantes disponibles y más baratas.