Días después de entrar a la cancha rodeados de gradas repletas y ceacheís, acechados por la tensión de una definición histórica en el Parque Peñalolén, ahora las tribunas ni se ven y no se escucha nada más que música, risas y manotazos. Ahora, la Continental Cup ya está ganada y la clasificación olímpica en sus manos. Finalmente, los primos Marco (27) y Esteban Grimalt (25) pueden decir que entrenan para la primera participación chilena en el vóleibol playa olímpico.
Ahora sus sesiones de práctica transcurren con un impulso mayor, sumado a la complicidad de ambos dentro y fuera de la arena. Pero la rutina sigue dura como siempre, dedicando tres horas y media o cinco de entrenamiento diario (sumando una sesión de trabajo técnico, normalmente con la dupla de Matías Tobar y Rodrigo Salinas, la número dos del país, y un módulo de preparación física) durante cinco o seis días a la semana. Todo eso sin contar los estudios universitarios y torneos.
“Los principales aspectos técnicos que entrenan son la recepción de la pelota y todo lo que es saque, ataque, contraataque y bloqueo. También deben tener mucha fuerza, potencia física, resistencia y velocidad de reacción, porque la superficie de la cancha es irregular al momento de pisar”, explica Juan Arrea, segundo entrenador del equipo nacional de la especialidad. Pero, como es habitual desde que el vóleibol se sumó a sus lazos sanguíneos para unirlos aún más, todo se hace más fácil teniendo el primo al lado a cada momento.
“Esteban siempre es muy perseverante y, aunque es introvertido, cuando se expresa uno siente que viene muy de adentro. Todo lo que hemos aprendido y logrado, lo hicimos juntos. Para mí, el deporte no sería lo mismo sin él. En Chile, no veo a nadie que pueda suplir sus cualidades”, expresa Marco. “Somos los voleibolistas del país con más roce internacional y hemos llegado juntos a ese nivel, marcando la diferencia que otros no han conseguido”, agrega Esteban.
Otro personaje que también ha ayudado a la dupla estrella del país en este deporte ha sido Eduardo Garrido, brasileño pionero de la disciplina a nivel olímpico (participó del torneo de exhibición en los Juegos de Barcelona 1992) y head coach de la selección chilena desde 2013.
A partir del momento en que entraron al circuito mundial, hace dos años, los Grimalt experimentaron un grandioso salto en el escalafón mundial. “Venían con buena base, y los inserté en el trabajo más competitivo. Cuando llegué se encontraban en el puesto 132, y ahora ya ocupan el 23°. Considerando que están recién empezando, dieron un paso muy largo”, resalta Garrido, recordando que los primeros jugaban anualmente dos torneos del Tour mundial (compuesto por 15 certámenes) en 2013.
Pero en esa misma temporada también llegaron a siete finales sudamericanas, y como la federación internacional pasó a incluir esos torneos en el puntaje de su ranking, comenzaron esa enorme subida. En ese proceso quedaron cuartos en los Panamericanos de Toronto, brillaron en los Odesur 2010 y 2014 con un bronce y una plata, y colgaron preseas doradas en los Juegos Bolivarianos de 2012 y en el Circuito Sudamericano de ese año.
“El hecho de que sean familiares les ayuda mucho en los momentos difíciles, hay más diálogo. Cuando los jugadores no lo son, pueden distanciarse. Pero más allá de eso, tienen una gran sincronía. Juntos, saben leer muy bien los movimientos y acciones de los rivales. Y ésa es la idea de esta disciplina”, sostiene el entrenador principal, respecto a su dúo estrella. Eso sí, al mismo tiempo, Arrea señala que “para plantarse de igual a igual ante los rivales olímpicos, deben fortalecer mucho su saque. Además, tienen que mejorar la recepción y el contraataque”.
Sin embargo, los planes finales del dúo sufrieron un giro. Mientras entrenaban en una cancha cercana al complejo de vóleibol playa en Copacabana, aún no habilitada, Marco pisó un fierro con un costado de su pie derecho. La lesión le trajo siete puntos, le costará en total cinco días fuera de las canchas y un cambio de planes: la pareja no competirá en el Major Series de Klagenfurt (Austria), del 26 al 31 de este mes, y seguirá preparándose en Río con seleccionados internacionales. “Me siento muy bien. Estoy en recuperación, esperando que cicatrice. Es recuperable, no afectará mi presencia en los Juegos”, dice Marco.
“Jamás dudamos de que podríamos ganar. Sacrificamos mucho por esto y fallamos tantas veces que ahora lo conseguimos. Estamos emocionadísimos”, dijo un exhausto Esteban Grimalt después del agónico triunfo ante Venezuela en la Continental Cup. Ahora, todos sus esfuerzos junto a su primo se avecinan a otra gran alegría: un nuevo capítulo en los anales del deporte chileno.