La situación era difícil: en Cuba, a principios de los años 80, una de las hijas de los dirigentes del MIR que en Chile realizaban la llamada Operación Retorno recibía cartas de sus padres donde nunca la llamaban con su verdadero nombre. "Se supone que era un juego, pero nunca me decían Barbarita. Me llamaban, por ejemplo, Caterina. O de cualquier otra forma. Ellos, a su vez, tampoco se ponían sus auténticos nombres. Era peligroso", dice la muchacha en el documental El edificio de los chilenos, de Macarena Aguiló. La clandestina presencia de sus padres en Chile se transformó a la larga en una desgracia de proporciones. "Un día sentí las malas noticias: papá había desaparecido en Chile", cuenta la misma mujer.
El documental que se estrena mañana en varias salas de Santiago -entre ellas Hoyts La Reina, BF Huérfanos, Movieland La Dehesa y La Florida- es el registro del llamado Proyecto Hogares, una iniciativa que entre 1980 y 1984 desarrolló el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) con el objetivo de que hijos de militantes se quedaran en Cuba mientras sus padres se integraban en Chile en la lucha contra el gobierno de Pinochet. Los chicos, de todas las edades, se quedaron al cuidado de "padres sociales", amigos o conocidos que las oficiaron de tutores en La Habana. Algunos muchachos se integraron mejor en la iniciativa, otros sufrieron la pérdida de sus padres en Chile y más de uno acumuló resentimiento contra sus progenitores por haberlo dejado solo en otro país.
La propia Macarena Aguiló, hoy de 38 años, es hija de los militantes del MIR Hernán Aguiló y Margarita Marchi. La realizadora además experimentó de pequeña una situación particularmente cruda: fue secuestrada a los tres años por agentes de la Dina que buscaban que su padre se entregara. Los miembros del servicio de inteligencia la mantuvieron desaparecida durante 15 días en marzo de 1975 y posteriormente se supo que Macarena Aguiló pasó por los cuarteles de Villa Grimaldi y por un hogar de Carabineros. Su padre, en ese tiempo en la clandestinidad, sólo se enteró de la situación en los últimos días de cautiverio de su hija. Finalmente, el abuelo paterno logró que ella fuera entregada y que lograra salir del país para estar con su madre en París.
Ganadora el año pasado del Festival de Documentales de Santiago 2010, y galardonada además en el Festival de La Habana y en el Festival de Leipzig, la cinta "no tiene el ánimo de transformarse en un juicio a los padres", según cuenta la realizadora. "Para mí la experiencia de estar en el Proyecto Hogares tuvo de todo. Cosas buenas y cosas malas. Pero no es una película donde quiera juzgar a nadie", explica Aguiló, quien dice estar en buenos términos con su padre. "Yo estoy muy tranquila después de haber hecho esta película. Varios de los chicos entrevistados ya la vieron y a muchos les gustó. Eso me han dicho por lo menos", dice.