Estrenan documental que retrata la intimidad de la comunidad de Pirque

La película La comunidad, de Isabel Miquel, llega mañana a salas. Describe las actividades diarias de sus integrantes.




Primero las cosas fueron fáciles. A los miembros de la ex comunidad de Pirque les servía una cámara escrutadora en sus terrenos para testimoniar ante el mundo que no eran una secta, sino un conjunto organizado  con fines plausibles: la práctica del cristianismo. Luego, cuando el juicio por la muerte de una de sus  integrantes  se extendió y pasaron 18 meses, todo se tornó más complicado para el equipo de Isabel Miquel. La noticia había bajado en intensidad y un eventual registro documental ya no tenía para ellos mucho sentido.

La gente de la calle se había olvidado y muchos en la comunidad pensaban que la realizadora era una intrusa. Lo mejor era que se fuera. Fue entonces cuando Miquel debió negociar y decirles que su documental buscaba algo más que el escrutinio. En realidad, quería mostrar las entrañas de la comunidad. Lo haría en color, con matices, nada de blanco y negro.

El resultado de tal trabajo, que a la larga tomó tres años de grabaciones y 18 de edición, es el documental La comunidad, que mañana llega a salas de Santiago y regiones. La cinta ya tuvo una primera función en marzo del 2013, en el Museo de la Memoria y tal exhibición fue su bautismo de fuego: la vieron los propios integrantes de Pirque, entre ellos, sus líderes Paola Olcese y Roberto Stack. Con el pasar de los meses ha viajado por varios festivales del mundo, entre otros, el Visions du Réel en Nyon (Suiza), uno de los más destacados del mundo en la no ficción.

"La película ha tenido buena acogida afuera, donde se ve con menos morbo que en Chile. No saben del caso y por eso hay más distancia. Obviamente, lo más interesante va a ser siempre ver qué pasa en Chile", dice Isabel Miquel, que es periodista y se dedicó a este trabajo como respuesta a la cobertura tradicional en el año 2007. "Me llamó la atención la sobrerreacción de los medios, que inmediatamente tacharon de secta a este grupo. Se los encasilló muy fácilmente con un calificativo que se presta a muchas fantasías", explica.

La comunidad de Pirque saltó a la luz pública cuando en abril del 2007 murió ahí la profesora de danza Jocelyn Rivas, quien no recibió la atención médica debida. La demanda fue interpuesta por los padres de la muchacha que falleció de anemia, a los tres meses de haber tenido a su hija Purí- sima. En el proceso, donde se declaró la demencia de Olcese, también debió declarar Nataniel Requena, la pareja de Rivas.

DENTRO DEL GRUPO

El gran logro de esta cinta de 65 minutos es el registro desnudo, con poca voz en off, de las actividades diarias de la comunidad. Primero en Pirque y, cuando son expulsados de ahí, en Lo Zárate, a la altura de Cartagena hacia el interior.

En el inicio se ve al propio Nataniel Requena revisitando la casa donde habitó junto a su fallecida pareja. Hay tristeza y nostalgia. Pero al final de su camino hay  serenidad y aceptación. Esas mismas características se notan en el resto de los integrantes: el líder Roberto Stack dice que sólo busca "el bien, ¿para qué el mal?", y el joven Matías Carrión agrega que en comunidad "vive sin aburrimiento, sin cansancio, sin envidia, sin el mal".

Tal búsqueda de la pureza se refleja en una galería curiosa de tipos humanos. Todos aran la tierra, lavan a mano, construyen sus casas, hacen el pan y no ven televisión. Muchos saben tocar instrumentos, sus orígenes sociales parecieran ser de estrato alto, envían a los niños al colegio con bastante reserva y suelen bailar o cantar reunidos en torno a Stack y Olcese. "Yo era un pintor, vivía de las galerías, el éxito, el fracaso, la ambición y la soledad. Una trampa. Estaba aislado en mi mundo, como los personajes de El principito", dice un ex artista que ahora pinta con brocha gorda su propia casa comunitaria. "Todos viven igual, todos escuchan la misma música, todos se visten igual en la calle", reflexiona una muchacha que va al colegio a San Antonio y que sólo quiere volver a casa. Le enseñan educación sexual, le hablan del aborto y la madre mira con recelo. La escolar no quiere saber de esas materias y reconoce: "Me saqué un uno en la prueba".

Algunas de las escenas más pintorescas son las de bailes y cantos. Alguna canción de Silvio Rodríguez que se cuela en una guitarra que ensaya notas, pero sobre todo, danzas rituales, con muchachas vestidas de blanco recibiendo a nuevos moradores de la comunidad.

En uno de los logros de la cinta, habla la propia Paola Olcese. Le preguntan por qué no llamaron inmediatamente a los padres de Jocelyn Rivas tras su muerte. "Porque nosotros no pensamos así. Imagínate: se muere alguien, es algo tremendo y ¿de lo primero que me preocupo es de ubicar a sus padres? No, nosotros lo vemos de otra forma".

Stack también da sus razones: "Ella empezó a decaer lentamente. Incluso le dijimos que fuera a un médico, pero no quiso. Un día no despertó más".

La película muestra cómo pasan los meses y el caso se va enfriando. Son los días previos al Mundial de Sudáfrica 2010 y no llegan periodistas al último comparecimiento. Stack y Requena sólo deberán pagar 140 mil pesos  y no hay pena mayor. Stack dice a la cámara: "Si hay que declararse loco lo haremos. Al final, no les importamos a nadie. La gente sólo quiere ver un partido de fútbol que se está jugando en este momento".

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