Un joven que aún no se empina en los 30 años llama por teléfono por un trabajo. Es una oferta para ayudante de cocina y se intuye que será por el sueldo mínimo, pero el puesto ya está tomado. Busca otro, para un puesto de bodeguero, pero obtiene idéntica suerte. La decepción se transmite en su mirada mientras observa un programa de TV.
Minutos antes, el mismo joven había aparecido de niño como reportero de un programa infantil en su población y confesaba a cámara, con la inocencia de los 10 años, que quería ser camarógrafo de televisión. Este momento, presentado a inicios del documental Cuentos sobre el futuro, eriza la piel.
"La película es sobre el futuro de estos niños, que es su presente", dice la directora Pachi Bustos sobre los protagonistas de su filme, cuatro jóvenes que en 1995 y siendo niños participaron de un taller de video hecho por estudiantes de periodismo de la Universidad de Chile en la población Los Navíos, de La Florida. El proyecto se llama Chinoticias y buscaba que los pequeños reportearan los problemas del barrio.
Pachi Bustos, que por entonces preparaba su tesis sobre televisión popular, se unió a los realizadores y armó un lazo afectivo con los pequeños. Las horas de grabación, en que estos niños soñaban con su futuro, dieron paso a una amistad que fue testigo de cómo sus expectativas y sueños se desarmaban: no terminar el colegio, un embarazo adolescente, trabajos ínfimos.
"Habían sido tantos años haciendo el taller, que nos veíamos, hacíamos asados; si ellos necesitaban algo, nos llamaban. Y pude ver lo que ellos querían ser, y lo que hubieran logrado si hubieran tenido las condiciones para hacerlo", resume la directora sobre el origen de la cinta ganadora de la competencia chilena de Sanfic y tercer premio del Festival de La Habana, y que este jueves se estrena en ocho ciudades del país, dentro del proyecto Miradoc.
El filme, cuyo título está inspirado en la canción de Los Prisioneros El baile de los que sobran, es la historia de Axel, Eli, Angelina y Orlando, quienes son retratados en su día a día: Uno busca trabajo, la otra trabaja de noche para darle bienestar a su hija, uno es jardinero y trata de ahorrar el pie para comprarse una mediagua, y la última está abocada a operar a su hijo de su labio fisurado. Ninguno de ellos pudo cumplir sus sueños. "Busqué tener la reflexión sobre el tener y el ser. No es tanto el tener cosas materiales, sino el aspirar a algo con lo que puedas estar más pleno en tu vida", dice la directora. "¿Será la historia de sus hijos también la de sus padres?", se pregunta.
Pachi Bustos opta por una cámara invisible y no hace preguntas, sólo retrata los esfuerzos diarios de estos jóvenes por salir adelante. Y reconoce que la naturalidad de sus protagonistas es absoluto mérito de ellos, por conocerse hace tanto tiempo. "Les dije, cuando comenzamos, quiero que sean mis cómplices para mostrar, por ellos, la vida de tantos jóvenes, en tantas poblaciones, para ver si alguien puede realizarse y no termina trabajando en lo que esté a mano", finaliza.