El delfín chileno es un cetáceo tímido. Solo a veces se le ve dar un par de saltos cerca de algún bote o lancha, entre las regiones de Valparaíso y Magallanes, donde se le ve con mayor frecuencia, aunque estos últimos años se han observado menos individuos. De ahí la importancia de proteger su hábitat, el que podría verse afectado, entre otros factores, por la construcción de proyectos hidroeléctricos.
Esta es una de las conclusiones a las que arribó Francisco Viddi, coordinador del programa de Conservación Marina de la ONG World Wildlife Fund (WWF), quien encabezó una investigación sobre este animal, el único cetáceo endémico de Chile, es decir, que vive solo en nuestro país.
En el estudio "La identificación de hábitats clave para la conservación de los delfines chilenos en los fiordos del sur de Chile", Viddi, junto a los otros autores de la investigacion Robert Harcourt y Rodrigo Hucke-Gaete, plantean que los delfines se podrían ver afectados porque este tipo de proyectos alteran las cuencas y el curso normal de las aguas que llegan al mar.
"Estamos postulando que estas especies son río dependiente o dependientes de agua dulce, lo que significa que para desarrollar todas sus actividades como alimentarse o tener crías necesitan de éstos", explica Viddi.
El científico sostiene que el agua dulce trae muchos nutrientes a la desembocadura de los ríos, los que son usados por los primeros eslabones de la cadena alimenticia, el fitoplancton, luego el zooplancton y así todos los organismos marinos.
A su juicio, estos resultados deben ser incluidos en las políticas de manejo de cuencas hidrográficas y en la evaluaciones de impacto ambiental.
Viddi precisa que el estudio no se concentró en algún proyecto en particular y que la hipótesis planteada es nueva.
Poco movimiento
La investigación, en la que además participó el Centro de Ballena Azul, también demostró que este tipo de delfines se mueve muy poco. Este animal prefiere mantenerse en los mismos lugares siempre y cerca de las desembocaduras de los ríos, factor que lo hace entrar en conflicto con las actividades humanas. "Eso determina entonces que sean muy vulnerables, porque no están muy adaptados para moverse o cambiar de lugar", dice Viddi, quien llegó a esta conclusión luego de revisar el comportamiento de la especie en la zona del archipiélago de las Guaitecas, Melinka, Región de Aysén, durante los veranos de 2007, 2008 y 2009.
"Nuestro estudio demuestra lo dependiente que son los delfines a condiciones ambientales específicas", agrega el investigador, quien propone en el estudio un modelo que permite detectar las zonas con abundancia de delfines para establecer áreas de protección para esta especie cuya relevancia para el ecosistema es que es un depredador tope, es decir, está en la parte más alta de la cadena alimenticia controlando el equilibrio de los organismos que viven en el mar.
Pero los proyectos hidroeléctricos no son la única amenaza que enfrenta el delfín chileno, advierten los investigadores. También figura en la lista las redes de pesca y la contaminación que genera la industria salmonera, a raíz de los pellets y los desechos que generan los salmones. A lo anterior, se suma el tráfico de embarcaciones derivado de la industria acuícola en general, y del turismo aventura.
El desplazamiento de naves, genera una dispersión de la población y choques mortales, explica Viddi.