Un reciente estudio de un grupo de científicos de la Universidad de Brown de EE.UU. concluyó que la lengua cilíndrica del murciélago tiene una malla de fibras musculares que se contraen para que la lengua se vuelva más delgada y más larga, para así poder alcanzar lo más profundo de la flor. La misma contracción del músculo aprieta simultáneamente la sangre en la diminuta papila como aspecto de pelo.
Cuando la sangre se desplaza hacia la punta de la lengua, la papilas salen disparadas perpendicularmente al eje de la lengua. En su estado erecto no solo aumenta el área de superficie expuesta, sino también la anchura, permitiendo que la lengua funcione como un dispositivo altamente eficaz de recolección de néctar.
La extensión y retracción de la punta de la lengua tarda un octavo de segundo.
El sistema cuenta con una velocidad y fiabilidad que los diseñadores industriales envidiarían, afirma la autora principal de la investigación, Cally Harper.