Antes de mayo de 2008, el volcán Chaitén no era considerado de riesgo. De acuerdo a los antecedentes que se tenían, la única erupción conocida había ocurrido hace 10.500 años. Pero ese mes entró en actividad y además de cubrir de ceniza el pueblo, la combinación de la lluvia y el material volcánico provocó que el río Blanco se desbordara, inundando el lugar.
Hoy, el volcán está en el cuarto lugar entre los diez volcanes más activos del país, según un ranking del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), y un estudio, publicado en la revista científica Geology, determinó que han ocurrido diez erupciones similares o peores que la de 2008 en los últimos 10 mil años. La mitad en el último milenio.
Liderado por Patricio Moreno, paleoecológo de la U. de Chile e investigador del Núcleo Milenio Paleoclima del Hemisferio Sur, el equipo analizó los sedimentos del fondo del lago Teo, en Chaitén, donde se depositan las cenizas volcánicas, directamente desde la atmósfera o arrastradas desde laderas circundantes por la precipitación. Detectaron los restos de 26 erupciones pasadas, diez del Chaitén, una decena del Michinmahuida (un volcán cercano) y seis de origen no determinado.
"El estudio entrega una película más nítida, clara y completa respecto a la frecuencia eruptiva del Chaitén y Michinmahuida. Había pocos estudios en la zona. El único que había caracterizado el evento había sido desarrollado 15 años atrás por especialistas que estudiaron depósitos superficiales, los que están sobre el relieve, en laderas, cortes naturales o artificiales", explica el investigador.
Posterior a la erupción de 2008 (con técnicas superficiales) fueron detectados otros eventos más jóvenes, pero sólo con la historia completa, proveniente de los sedimentos lacustres, pudo determinarse la frecuencia de las erupciones del Chaitén: aproximadamente, un evento cada 310 años durante los últimos 10 mil años o cada cerca de 200 años si sólo se cuenta el último milenio.
"Nuestros resultados no sólo desafían la noción de una quietud de alrededor de 10.500 años para la actividad del volcán Chaitén, sino que también sugieren que la erupción de 2008 fue un fenómeno de atraso en el contexto de su historia eruptiva postglacial, lo cual ilustra la ventaja y absoluta necesidad de utilizar archivos de sedimentos lacustres para el desarrollo continuo de inventarios de series de tiempo bien fechadas de eventos volcánicos explosivos", dice el estudio.
Moreno agrega que el conocimiento detallado de la recurrencia de estos eventos permite determinar de manera más certera los riesgos geológicos que pudiesen afectar a la población, infraestructura y actividades económicas. "Este estudio ilustra cómo conocimiento científico básico y detallado puede, y debe, ayudar para la toma de decisiones por parte de las autoridades, en orden a minimizar o evitar los impactos de procesos naturales en la sociedad", dice.
DEPÓSITOS SUPERFICIALES
Rodrigo Álvarez Seguel , director del Sernageomin, señala que en 2008 se sabía de una gran erupción del Chaitén de hace más de 9 mil años, "sin embargo, estudios más recientes del Sernageomin han revelado depósitos de erupciones significativas dentro de los recientes 5 mil años, e incluso algunas aparentemente menores, que podrían ser dentro de lo que se entiende como historia humana".
El método más utilizado por el servicio para determinar la evolución geológica de un volcán es el estudio de depósitos piroclásticos en superficie, como laderas. Los estudios lacustres son menos frecuentes.
"Se trata de estudios científicos y el Sernageomin hace principalmente mapas geológicos para uso público. En general, no hay tiempo para investigaciones científicas muy particulares, salvo a través de inquietudes personales mediante proyectos Fondecyt. La investigación científica aplicada es algo que no se puede soslayar y siempre estamos haciendo, pero en forma indirecta. Para profundizar más, habitualmente nos asociamos con colegas de universidades chilenas o extranjeras", explica Álvarez.