Estudio dice que 67% de los chilenos viviría en barrios con distintas clases sociales

Profesionales de clase media (C2) son los más dispuestos a la integración en la ciudad. Pero mayor disposición es con condiciones: seguridad, silencioy mejora de viviendas sociales.




Chile es un país con alta segregación social en ciudades, barrios y colegios.

¿Les gusta a los chilenos esa segmentación? Es lo que intentó responder una encuesta financiada por Conicyt y realizada a más de 2.500 personas, de cinco ciudades del país, por investigadores del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), de la U. Católica y U. de Concepción.

El resultado: el 67% dice que viviría en un barrio con personas de distintas clases sociales, mientras que el 80% dice que las ciudades serían un mejor lugar si fueran más integradas. Francisco Sabatini, sociólogo e investigador de Cedeus, indica que eso muestra un cambio de actitud, ya que se le está otorgando valor social a la idea de tener una convivencia urbana más inclusiva.

Eso se ve especialmente en los barrios y el trabajo, y mucho menos en colegios. Y en los primeros incluye ciertas condiciones.

ESTAR SEGURO
Aunque las cifras son positivas, al desglosarlas se ven los matices. Mientras un 58% se muestra a favor de que a su barrio lleguen a vivir personas de una menor clase social, la cifra cae a 48% en el ABC1. Cuando se pregunta la disposición a vivir cerca de una población, ya no hay tanta apertura: un 52% dice que sí, cifra que cae al 30% en el ABC1, y en la clase media apenas supera el 40%.

La integración en el ámbito educacional es la que menos apoyo suscita. El 56% dice estar de acuerdo con que sus hijos vayan a una escuela donde los niños sean de una clase social más baja. En el ABC1 es el 45%.

Alejandra Rasse, investigadora de Cedeus, señala que los resultados del estudio muestran que si bien las personas prefieren claramente vivir rodeadas de "iguales", esa preferencia por homogeneidad tiene una escala geográfica acotada. "Más allá de cierta distancia, como puede ser un par de cuadras, las personas de clase media -especialmente profesionales jóvenes- no tienen problema en que viva gente más modesta en el sector. Las normas de conducta juegan un papel fundamental en hacer posible esta mezcla, ya que fijan una expectativa de comportamiento del otro".

Esos requisitos tienen que ver con tres cosas: que no se vea amenazada la seguridad en los barrios; que no haya ruido, y que la solución de vivienda para la población más pobre no sea el clásico block, sino algo más digno, indica María Paz Trebilcock, socióloga de Cedeus.

Es decir, lo que se rechaza es que los más pobres lleguen a conformar guetos dentro de los barrios.

MIEDO AL OTRO
Francisco Sabatini, investigador de Cedeus, explica que una persona de bajos ingresos que vive con personas de igual estrato sólo puede estar en contacto con otras clases sociales en condiciones de igualdad en los espacios públicos. "Lo mismo les ocurre a las personas más acomodadas, que tienden a encapsular su vida a espacios públicos de baja presencia de las otras clases. Entonces, a falta de contacto cara a cara, las personas se relacionan con el 'otro' a través de una imagen o caricatura de él".

Los expertos creen que la solución pasa por una política habitacional que genere mecanismos como normas de excepción o de arrendamiento, que permitan una mayor integración y donde se fijen normas de convivencia, como hoy se ve en sectores de Pudahuel y Maipú, dicen los expertos.

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