El prejuicio persigue a las mujeres desde que son niñas: el título de buenas para hablar recae sobre ellas y es difícil de extirpar. Al menos socialmente, pues diversos estudios dicen lo contrario: desde pequeños, los hombres hablan más que las mujeres. La misma tesis recoge Jennifer Coates, académica de inglés y lingüística de la Universidad de Roehampton, en Londres, Inglaterra, en su nuevo libro Mujeres, hombres y lenguaje. Un acercamiento sociolingüístico a las diferencias de género.
Coates, experta en diferencias de género en lenguaje, dice a La Tercera que se trata sólo de un prejuicio, pues los hombres dominan el ámbito público de la palabra: conferencias, sermones en las iglesias, discursos parlamentarios, debates de radio y televisión eran, hasta hace poco tiempo, realizados casi todos por hombres. "Incluso ahora las mujeres tienen prohibido hablar en algunos de estos importantes ámbitos, por ejemplo, religiosos", afirma Coates.
EL PAPEL DE LAS MADRES
La idea de que las mujeres son más conversadoras tiene su punto de partida en que las niñas aprenden primero a hablar, algo que la ciencia ha comprobado. Un estudio norteamericano observó a madres y bebés por 10 meses, desde que éstos tenían nueve de edad. Ese trabajo determinó que las destrezas lingüísticas de las niñas eran superiores a las de los niños, tanto en términos de comprensión como de vocabulario. ¿Por qué? Las madres tendían a permanecer más tiempo con sus hijas, tenían mayor contacto visual con ellas y les hablaban más. Otro estudio que analizó la adquisición de lenguaje en niños y niñas determinó que ellas, en promedio, a la edad de 18 meses, ya manejan cerca de 50 palabras, lo que en el caso de los hombres se da a los 23 meses.
Antes de los cuatro años, las niñas hablan más que los niños con sus madres y con otros niños, pero después de esa edad las diferencias cuantitativas desaparecen. "Desde la escuela, la investigación ha demostrado que los varones hablan más en la sala de clases y que son ayudados e instigados por los maestros y las alumnas en ello", dice la especialista.
Hay más. Adelaida Haas, académica del Departamento de Comunicaciones de la Universidad de Nueva York, analizó el volumen de habla que producían los niños y las niñas de cuatro, ocho y 12 años. Las emisiones que ellos hacían eran más largas que las de ellas. Otro estudio de emisiones en salas de clase, de Joan Swann, en niños de nueve a 11 años, concluyó que ellos hablan mucho más, tanto por el número de turnos que toman como por el número de palabras que emiten. Además, los varones son más ruidosos e indisciplinados, por lo que reciben más atención de sus maestros que las niñas. En promedio, los maestros suelen dedicar dos terceras partes de su atención a los niños.
Estudios en universitarios avalan esta tesis. Britt-Louise Gunnarsson, de la Universidad de Uppsala, en Suecia, estudió la participación por género en 15 seminarios de posgrado, en una universidad sueca, y comprobó que mientras sólo el 50% de las mujeres mostró una participación activa en las discusiones académicas, 84% de los hombres participó en discusiones del área humanística, 83% en ciencias naturales y 68% en ciencias sociales.
El modo en que los adultos hablan a los más pequeños también es relevante. Mientras la madre tiende a dar señales de buen comportamiento, el padre ocupa más el humor y suele escuchar a los niños sobre las cosas que les ocurrieron durante el día y comentar sobre eso. La madre, en cambio, es un facilitadora de la conversación, pero no juzga de la misma manera. "Ese modelo es aprendido por las niñas. Ellas aprenden la función más pasiva de sus madres, mientras que los niños aprenderán que los padres tienen la sartén por el mango y hablan más", concluye la experta.