Los organismos vivos en cualquier ecosistema son indicadores de la salud de éstos, pero hay algunas especies -sobre todo las más sensibles a los cambios- que funcionan mejor para esta tarea, como las microalgas, micro y macroinvertebrados, plantas acuáticas y peces, entre otros, en el caso del agua dulce.
De ahí que un grupo de investigadores, encabezados por Pablo Fierro, del departamento de Sistemas Acuáticos de la U. de Concepción y el Instituto de Ciencia Marina y Limnología de la U. Austral, las utilizaran para saber el estado de salud de más de 20 ríos chilenos (Aconcagua, Mapocho, Rapel, Maule, Mataquito, Antivero, Claro, Longaví, entre otros). Así detectaron que, sobre todo los residuos de las ciudades y la agricultura, están afectando a la biodiversidad.
El paso de los ríos por la ciudad reporta un efecto mayor sobre la diversidad que el de las actividades agrícolas, que fueron analizadas en primer lugar. "El principal impacto que se ve es en la diversidad. En ríos de ciudad y en agricultura registramos menor número de especies de peces y de macroinvertebrados, comparado con ríos de referencia. Esto es, desaparecen especies intolerantes a la contaminación, en el caso de los peces, por ejemplo, las truchas arcoíris y café (introducidas), y en el caso de los macroinvetebrados, aumentan los gusanos y algunas especies de quironómidos (familia de insectos parecidos a los mosquitos), que son tolerantes a la contaminación. Mientras que muchas especies sensibles desaparecen (como ephemeropteros o plecopteros)", señala Fierro.
En las ciudades, los factores más importantes son las descargas de aguas servidas ilegales, las descargas de residuos líquidos industriales (riles) y vertederos ilegales. "Esto último lo vimos en el río Mapocho, después de que el río pasaba la comuna de Pudahuel", sostiene. Muchas veces son compuestos nocivos que traen reacciones en cadena.
Esta contaminación puede llevar a extinciones locales, sobre todo en la región del mediterráneo de Chile, que es un área destacada como hotspot, por su alta biodiversidad mundial, a la vez muy amenazada.
En el caso de la agricultura, la cantidad de fertilizantes y pesticidas que llega a los ríos depende del tipo y la cantidad que use cada agricultor. "En general, los fertilizantes y pesticidas llegan a los ríos con las primeras lluvias del año. Los contaminantes llegan por la superficie arrastrados por las lluvias o se filtran dentro de la tierra y por las napas a los ríos", dice Fierro.
En los ríos agrícolas, por ejemplo, la especie Gambusia holbrooki, un pez común en los acuarios domésticos abunda, pues mucha gente se deshace de ellos tirándolos a los ríos, donde encuentra las condiciones ideales para desarrollarse y reproducirse. "Pero es un pez introducido, por lo tanto, afecta al ecosistema natural", dice el investigador. La especie, altamente competitiva, es considerada una de las 100 especies invasoras más dañinas en el mundo, y en los ríos agrícolas encuentra sus condiciones ideales para vivir. Las truchas, si bien son un buen indicador de la buena calidad de las aguas, dice Fierro, también son introducidas y, por lo tanto, "también son una amenaza para nuestros ecosistemas de agua dulce", sostiene el investigador.