Siete años de trabajo en terreno y al fin vio la luz. Se trata del primer estudio en Chile que establece los beneficios del bosque nativo en la provisión de agua y que logra cuantificarlos. Un trabajo que podría ayudar a terminar con la sequía que acusan algunas cuencas del país en el período estival, cuando las lluvias dejan de aportar su cuota al cauce de los ríos.
Para el estudio que encabezó Antonio Lara, investigador responsable del Núcleo Milenio Fiorecos, de la Universidad Austral, se midió diariamente, durante cuatro años, en seis cuencas de 140 a 1.462 hectáreas en la Cordillera de la Costa, en el área de Valdivia. Se tomaron en cuenta el porcentaje de cobertura de bosque nativo de cada cuenca y el coeficiente de escorrentía -esto es, la relación entre el caudal y la precipitación anual-. Y la conclusión fue que los caudales y la producción de agua están correlacionados con el porcentaje de bosque nativo que cubre las cuencas. En números: un incremento del 10% en la cubierta de bosque nativo en las cuencas produciría un aumento de 14,1% en el caudal de verano.
¿Cómo ocurre en la práctica? "El bosque nativo reduce la velocidad de escurrimiento, lo que permite una recarga de las napas y un flujo lento hacia los arroyos y ríos que mantienen los caudales de verano, en comparación con terrenos de uso agropecuario y plantaciones forestales", explica Lara. El bosque regula el flujo de agua y aporta equilibrio. "En una pradera, en cambio, se ve inundaciones en invierno y sequía en verano".
PÉRDIDA DE BOSQUE
Lara espera que este estudio sea tomado en cuenta por la autoridad. No sólo por ser el primero, sino porque "la producción de agua por los bosques nativos contribuiría a aminorar los efectos del cambio climático, especialmente por la disminución de precipitaciones en el centro y sur de Chile".
Un paso previo, entonces, es la protección de estos bosques ante la amenaza de incendios o reemplazo por otros usos de suelo. Hay datos: un estudio de Conaf y Conama señala que un 17,7% del territorio nacional está cubierto por bosque nativo (13.430.603 hectáreas). Una de las últimas actualizaciones dice que en La Araucanía se pierden anualmente un promedio de 2.845 hectáreas por incendios forestales, inundaciones por represas, talas ilegales y degradación de bosques. Un escenario mejor, pues según la FAO antes del 2000 la pérdida promedio anual era de 20 mil hectáreas.
Otras estimaciones: entre la V y la XII regiones la pérdida llega a 100 mil hectáreas desde 1995. Y un estudio de las universidades de Concepción, Austral y Alcalá, de España, dijo que se perdieron 82.131 hectáreas de la vegetación autóctona en las regiones V, Metropolitana y VI entre 1975 y 2008, lo que equivale a un 42,5% del total original. Eso, según Lara, se refleja en la reducción de los caudales de los ríos.