Los niveles de radiactividad de los peces en la costa este de Japón siguen siendo elevados, sobre todo frente a Fukushima.

Así lo reveló un estudio de un experto estadounidense publicado el jueves en la revista  Science.

Ken Buesseler, químico del Instituto Oceanográfico de Woods Hole, analizó las mediciones del gobierno japonés y concluyó que podría haber una fuente persistente de radiactividad en el océano Pacífico que podría proceder de una fuga del reactor de la central dañada por el sismo o bien, de sedimentos marinos contaminados. 

También estimó, basándose en esos datos, que cerca de un 40% de los peces atrapados cerca de Fukushima no son comestibles según las normas establecidas  por las autoridades niponas.

El científico subraya además, que los niveles de contaminación en casi todas las especies de peces y  crustáceos no disminuye. Pero estos niveles varían según la especie, lo que complica la reglamentación por parte de los organismos públicos.

Según Ken Buesseler "es necesario hacer más que estudiar los peces para predecir cómo evolucionarán los diferentes niveles de contaminación".

"Necesitamos sobre todo entender mejor las fuentes de cesio y otros  radionucleidos que siguen manteniendo estos niveles de radiactividad en el  océano frente a Fukushima", insistió.

Para ayudar a alcanzar este objetivo, el científico y su colega Mitsuo Uematsu, de la Universidad de Tokio, organizan un simposio en la capital  japonesa el 12 y 13 de noviembre.

El objetivo es presentar las últimas estimaciones disponibles sobre  emisiones de radiactividad en la central de Daiichi, así como su impacto en el  océano, la vida marítima, los peces y los crustáceos.

El científico observó no obstante que frente a las costas del noreste de  Japón, la gran mayoría de los peces atrapados siguen estando por debajo de los  límites autorizados para su consumo, aún después de que las autoridades los  bajaran en abril de 2012.