Estudio revela malos hábitos de sueño en alumnos universitarios
Las exigencias de tiempo y de rendimiento confabulan en contra de la calidad del sueño, así lo determinó un estudio para conocer la calidad y los hábitos de sueño de los estudiantes de la UC. Los resultados se asemejan a lo que sucede en universidades extranjeras.

Pruebas, trabajos, actividades extra programáticas, carrete. Es una realidad que viven a diario los estudiantes universitarios.
Para conocer algunos aspectos relacionados con la calidad y los hábitos de los estudiantes de distintas carreras de la Universidad Católica (UC), la profesora de la Escuela de Enfermería Patricia Masalán realizó un estudio en el contexto de un trabajo final del curso "Promoción, prevención y recuperación del sueño", una de las cátedras de formación general más solicitada por los estudiantes.
La encuesta, realizada por los alumnos de Ingeniería Valeria Díaz, Francisca Salazar, Giselle Salazar y Alfredo Villavicencio y la profesora co-coordinadora del curso Ximena Concha, fue desarrollada en junio de este año, vía web, en forma anónima y voluntaria.
Este ejercicio diagnóstico contempló 242 alumnos -126 hombres y 116 mujeres- de 20 años edad promedio, que cursan distintas etapas de la carrera.
En los resultados se vio una alta vulnerabilidad de los estudiantes a los trastornos de sueño, debido a que en esta etapa hay exigencias de tiempo y demandas de rendimiento. Por lo general, para el estudiante universitario no hay horarios fijos, y el tiempo libre se mezcla con las horas destinadas al estudio y a realizar trabajos, de manera que tienen que aprender a "administrar el propio tiempo".
Además, es una etapa donde no existe una verdadera conciencia de la importancia de dormir bien. Se suelen subestimar las horas de sueño necesarias para poder recuperar por completo las energías para empezar el nuevo día, y la importancia del sueño en la fijación de los procesos cognitivos.
En este sentido, la cantidad de horas de sueño de los alumnos disminuye notoriamente con la proximidad de las exigencias académicas. Por lo general, los alumnos duermen en promedio ocho horas, pero esta cifra baja aproximadamente a casi la mitad el día anterior a una prueba o a la entrega de un trabajo. Es más, gran cantidad de universitarios pasa de largo, sin dormir hasta el otro día, o retrasan demasiado su hora habitual de dormir en los días previos a estos compromisos académicos.
EL COSTO DE "PASAR DE LARGO": DORMIR EN CLASE
Según Patricia Masalán, los jóvenes abusan de esta práctica de pasar de largo hasta el día siguiente, sin saber que si esto se mantiene en el tiempo, provoca el síndrome de fase retardado del ritmo circadiano, una alteración nada fácil de corregir, y que produce serios problemas que afectan el organismo.
Para mantener el ritmo de trabajo, recurren al consumo de estimulantes que prolongan el estado de vigilia. Las más consumidas son las bebidas colas, seguidas por el café.
En este diagnóstico se analizó también la calidad del sueño de los estudiantes, ya que la mala calidad del sueño nocturno puede causar somnolencia diurna, pese a haber dormido las horas suficientes. A partir de esto se pudo comprobar que casi la mitad de los encuestados no se repone suficiente para empezar un nuevo día, y que la gran mayoría de los universitarios son malos dormidores. De ahí que tengan una constante somnolencia diurna, y que se duerman en clase, en micro o los jardines.
Sin embargo, los alumnos de Educación, Ingeniería Civil e Ingeniería Comercial son los que duermen más en promedio antes de una prueba. Los de Derecho, Diseño, Enfermería y Medicina duermen menos horas, presumiblemente porque estudian hasta altas horas de la noche, y en el caso de Enfermería y Medicina influye el que hagan turnos. "Esto podría resultar contraproducente, pues los procesos cognitivos se fijan durante el sueño, y al dormir poco y mal, estos procesos no se fijan óptimamente", explica la profesora Masalán.
Durante el sueño se fija todo aquello que se lee, se estudia o se vivencia durante el día. Se produce un proceso neuroquímico que hace que todos estos procesos se queden en las estructuras cognitivas del cerebro, y tengan el recuerdo y la claridad de lo que se aprende. "Por eso resulta nefasto que los jóvenes se pasen toda la noche estudiando", dice.
CUANDO HAY QUE BAJAR EL RITMO
Los resultados de la muestra en la UC claramente se asemejan a lo que sucede con estudiantes de universidades extranjeras, como los de la Universidad Autónoma de Madrid, de la Universidad Nacional del Nordeste de Argentina, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, de la Universidad de Granada, de la Universidad North Central, entre otras.
En general, coinciden en que los estudiantes universitarios no saben organizar su tiempo. "Esta es una constante. Confunden el tiempo de estudio, con el de actividades extra programáticas y con el del carrete, porque en general no tienen obligación ni estructuración de horarios", señala Patricia Masalán.
Otro punto en común, dice, es el uso de estimulantes, los días sin dormir, la disminución de horas, la somnolencia diurna y la mala calidad de sueño. "Son situaciones bastante generales, y constantes a nivel universitario, por eso es importante intervenir para prevenir alteraciones del sueño, a través del cambio de hábitos y así tener una mejor calidad de vida", sostiene.
Los estudios internacionales también advierten que el estar involucrado en actividades extracurriculares durante más de diez horas a la semana puede ser un factor significativo en los problemas del sueño.
Dice la enfermera que si bien la mayoría de las universidades alienta a sus estudiantes a comprometerse en distintas actividades no académicas, los jóvenes deben tener en cuenta que comprometerse excesivamente puede llevarlos a tener problemas de sueño y bajar su rendimiento académico. Para evitar esto, conscientes que es un tema de autocuidado, sugiere estar atento a los efectos que este compromiso genera, "si son negativos, definitivamente, y en forma responsable, hay que bajar el ritmo".
DORMIR ANTES DE "CARRETEAR"
Ante la proximidad de un carrete, hay que "juntar" sueño: dormir hasta más tarde, y dormir una siesta larga, cómodamente, sin luz ni ruido, como si fuera de noche. Al llegar, acostarse y dormir sólo el número de horas acostumbrado. Por ejemplo, si se acostó a las 5 AM y duerme siete horas, levantarse a las 12 PM. No volver a dormir siesta, hacer actividades normales, exponerse a la luz durante el día y esa noche acostarse como de costumbre o más temprano. De esta forma, no se le seguirán quitando horas de sueño al día siguiente.
En situaciones normales, para recuperar energías y si a la persona le reconforta, se recomienda una siesta de una hora y media, no más de dos horas, y acostarse un poco antes de lo habitual en la noche. Es la única forma de que el ciclo circadiano se mantenga. Lo mismo sucede con los turnos de noche, donde las condiciones antes, durante y después del turno son importantes de controlar. "Lo que la gente no entiende es que el sueño perdido no se recupera: el sueño se gasta, tal como una cuenta corriente", dice Patricia Masalán.
Algunas ideas para mejorar el sueño
- Tener horarios regulares para acostarse y levantarse durante toda la semana, incluidos los festivos. El ideal para los universitarios es dormir entre 6 y 9 horas.
- Utilizar la cama para dormir, evitar el estudio o trabajo en ella.
- En lo posible evitar ver televisión, escuchar radio o comer en la cama.
- Practicar ejercicio en las mañanas o temprano en las tardes (hasta 6 horas antes de dormir) frecuentemente.
- El dormitorio debe tener las condiciones ambientales adecuadas: cama cómoda, buenas condiciones de temperatura (16° a 20°C), de luz, humedad y ruido.
- Cenar un tiempo prudente antes de acostarse (entre 2 y 3 horas antes) y hacer que las comidas no sean demasiado escasas ni excesivamente abundantes. De ninguna manera acostarse con el estómago vacío, es decir, si han pasado más de dos horas desde una comida liviana ingerir una colación, como vaso de leche, yogur o un postre de leche, lo que ayudará a dormir mejor.
- Disminuir el ritmo de actividad mental y física a medida que se acerca la hora de dormir. Por ejemplo, leer algo ligero o escuchar música relajada, pero no ver películas de acción o usar videojuegos. Tratar de bajar la intensidad de la luz a partir de las 21.00 horas para estimular el sueño.
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