En 1960, Chile inició un programa nacional para terminar con un problema país: la desnutrición. Entonces, el 37% de los menores de seis años estaba bajo el peso normal. Ese año, entre otras medidas, se amplió la cobertura del Servicio Nacional de Salud, se ofrecieron servicios gratuitos de medicina preventiva y se inició un programa de entrega de alimentos en salas cuna y jardines infantiles. ¿Resultado? En 2000 el país había erradicado la desnutrición. De 37% se pasó a 2,9%, cifra en la que se incluye a menores con desnutrición leve.

Pero medio siglo después, las cosas han cambiado. La semana pasada un estudio publicado en la revista The Lancet dio a conocer una radiografía mundial de la obesidad en 188 países, investigación dirigida por el Instituto para la Métrica y Evaluación Sanitaria (IHME) de la U. de Washington, con datos oficiales de cada nación. Según el registro, Chile está entre los 10 países con más obesidad y sobrepeso en menores de 20 años. Incluso, el estudio lo sitúa como el quinto país en que más ha aumentado este índice desde 1980.

De acuerdo con los datos del estudio, en 2013 Chile junto a Uruguay fueron los países de América con más prevalencia de sobrepeso y obesidad en menores de 20 años (ambos sexos), con 34% de la población de este tramo en esa categoría, novenos en el ranking mundial (ver infografía).

La prevalencia coincide con los resultados de las autoridades nacionales. El último estudio del Ministerio de Salud (Minsal) de abril, señala que el 34% de los menores de seis años está mal nutrido pero, a diferencia de 1960, ahora por exceso de peso: al ingresar a primero básico, el 24% tiene sobrepeso y el 10% obesidad.

Desde México, el pediatra Salvador Villalpando, del Instituto Nacional de Salud Pública de ese país, y coautor del estudio, dice que fue una sorpresa que las cifras chilenas fueran tan altas, aunque se sabía que el país era líder en Sudamérica.

Aunque el diagnóstico del fenómeno tiene matices, autoridades y expertos coinciden en que los niveles de obesidad alcanzados por Chile son alarmantes y hasta ahora, las iniciativas que buscan frenarlas han fracasado, al no establecerse políticas públicas estables y que incorporen correctamente a los distintos sectores de la sociedad.

FALTA CONTINUIDAD

Fernando Vio, académico del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (Inta) explica que la obesidad comienza a aumentar a fines de la década de los 80, cuando mejoran los ingresos y las personas compran más alimentos procesados y calóricos. "Se pasó de una dieta de 1.600 calorías diarias a 2.600", dice. El experto apunta como principal causa del crecimiento constante, la falta de una política de Estado. "Se hacen intentos aislados, pero no son continuos en el tiempo. Cada gobierno hace su plan, Vida Chile, Ego Chile, Elige Vivir Sano, pero no existe continuidad como sí la hubo cuando todos nos decidimos a combatir la desnutrición. Tampoco hay una política desde el Ministerio de Educación, la alimentación sana no es parte de los reglamentos de los colegios. No se enseña nada sobre nutrición saludable", reclama Vio.

En el Ministerio de Salud reconocen la falta de continuidad. Lorena Rodríguez, jefa del Departamento de Nutrición, admite que en los últimos 15 años se han hecho distintos programas, pero asegura que todos apuntan a lo mismo: promoción de salud, educación y actividad física. "Chile tiene una historia súper exitosa en superación de la desnutrición, pero seguimos mirando al poquito más de peso como positivo por el miedo que significó la desnutrición. Todavía se cree que los niños más gorditos son más sanitos".  Admite que las políticas estructurales son las que dan resultados. ¿Ejemplo? El posnatal de seis meses, clave en el aumento de la lactancia materna. "Se necesitan políticas más estructurales", dice.

SEDENTARISMO

La gerenta técnica de la Asociación Gremial Alimentos y Bebidas de Chile (AB Chile), Marisol Figueroa, coincide en que las políticas públicas no han sido exitosas, y que se requiere un esfuerzo conjunto entre Estado, sector privado y la sociedad civil. "El desafío país es construir una política conjunta, de largo plazo, que incluya educación y que no se centre sólo en un elemento como la comida envasada, que representa sólo el 30% de la dieta de los chilenos. El otro 70% corresponde a preparaciones caseras o comidas al paso", dice.

El sedentarismo hoy alcanza a más del 80% de la población. El actual plan de Educación Física del Ministerio de Educación aumentó las clases de primero a cuarto básico, pero son los únicos niveles que tienen cuatro horas a la semana, el resto apenas dos e, incluso, en la educación media técnico profesional, ni siquiera tienen horas contempladas.

Según Vio, los padres de niños obesos también tienen responsabilidad. "En los 80 fueron niños que vivieron la falta de dinero y tuvieron restricciones, y no quieren que a sus hijos les pase lo mismo, entonces les dan el gusto en todo: bebidas, helados, completos. Se alimentan mal y transfieren estos hábitos a sus hijos", dice.

Paz Valenzuela, psicóloga clínica infanto-juvenil de la U. Diego Portales, también cree en la responsabilidad de los padres. En una sociedad que valora la eficiencia e inmediatez, los niños quieren todo "ahora", y los padres ceden a la hora de comer, dice.

CAMBIO EN MEDICIONES

Para el doctor Francisco Mardones, profesor del Departamento de Salud Pública UC, parte del aumento de la obesidad se explica porque ahora en Chile se está aplicando una nueva curva de crecimiento, recomendada por la OMS. La herramienta es más sensible y por lo tanto detecta a más personas obesas. El número de niños con sobrepeso puede ser mayor, si se usa el nuevo patrón.

Junto a su equipo de investigadores, ha realizado mediciones a niños de 11 años mostrando que la obesidad en este tramo supera el 38%: 22,4% para niños con sobrepeso y 15,9% para los que tienen obesidad. "Con las nuevas curvas, subirían a 27,2% y 17% respectivamente. Estamos en una situación de salud francamente mala", alerta Mardones.