Estudios Laika: animación retro, con discurso moderno
La compañía revivió la técnica del cuadro por cuadro, adaptándola a los nuevos tiempos.
Todo partió con El cadáver de la novia en 2005. La película de Tim Burton y Warner rescató una estética, esa de las tétricas películas animadas en stop motion, donde la línea de lo infantil y el terror se disipaban, como El extraño mundo de Jack (1993) y Jim y el durazno gigante (1996). En 2005, los estudios Laika eran creados, luego de que el dueño de Nike, Phil Knight, renombrara la compañía del animador Will Vinton que adquirió en 2002. Si bien Laika no se encargó de la mayoría de los aspectos de producción de Burton, sí prestaron a algunos de sus animadores bajo contrato, quienes dejaron en la cinta el sello característico que el estudio impondría, cuatro años después, con su debut filmográfico, Coraline.
Este jueves, lo último de Laika llegó a Chile con Los boxtrolls, cinta sobre un grupo de criaturas que vive en cajas bajo las alcantarillas de un pueblo que está aterrorizado con ellos. La película continúa un legado que ha llevado a este estudio independiente a consolidarse en el mundo de la animación en los últimos cinco años, con su resurrección de la técnica stop motion o cuadro a cuadro. Si bien está lejos de competir financieramente con gigantes como Pixar o Dreamworks, sus dos películas anteriores han sido alabadas por la crítica (ambas fueron nominadas al Oscar), no sólo por adaptar exitosamente la técnica a los nuevos tiempos, mezclándola con tecnología computarizada sin perder la esencia, sino además, por generar historias con temáticas rara vez tratadas de manera tan directa en el cine para todo espectador.
Primero, en Paranorman (2012), uno de los personajes era gay. Ahora, en la campaña promocional de Los boxtrolls, el estudio lanzó un tráiler donde mostraban diferentes tipos de familias, entre ellas, algunas homoparentales. La iniciativa, en general, ha sido destacada por la crítica, por la manera en que la compañía ha logrado introducir de manera natural estos temas para público infantil y juvenil.
Pero no sólo en eso el sello de Laika se separa de otras productoras de animación. En general, las historias son tratadas con una perspectiva más cruda que lo que se podría esperar para el público al que están dirigidas. Paranorman plantea una dolorosa (y a ratos violenta) estigmatización social a lo que no comprenden, mientras que Coraline y los mismos boxtrolls muestran un mundo donde el adulto es frío e intolerante. Todo acompañado de una estética visual algo perturbadora.
"Creo que muchas película familiares tienden a subestimar la inteligencia de la audiencia. Tengo tres hijos y sé que los niños de hoy pueden soportar estas historias", afirmó el CEO y animador principal de la compañía, Travis Knight, a la revista Wired en Inglaterra. "Creo que se les hace un mal favor a los niños cuando no les mostramos material distinto que abra sus mentes a nuevas ideas. Hacer todo de manera 'segura' es algo terrible", agregó.
Con Los boxtrolls, su tercera película original, Laika consigue lo que es, probablemente, su producción más "tradicional"; más alejada de los elementos del género de terror y la fantasía de sus cintas anteriores, pero sin dejar de lado una historia compleja.
Los próximos proyectos del estudio serán Wildwood y Goblins, ambos basados en libros. Para ser un pequeño estudio de animación a través de una técnica olvidada, Laika ya ha logrado ser objeto de expectativas sobre cómo logrará provocar a la audiencia la próxima vez.
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