Bañada por el sol del pasado mes de junio -un fuerte sol de verano en Europa-, la plaza Sintagma de Atenas no parece el escenario habitual de las manifestaciones griegas contra la crisis económica. Tampoco se nota que, el día anterior, el gobierno de Antonis Samaras cerró la radiotelevisión pública. Al contrario. Los turistas se mueven lenta y plácidamente entre los puestos de recuerdos, camino de la Acrópolis, y en la recepción del Hotel Grande Bretagne, uno de esos vetustos edificios de la época colonial, todo funciona como un reloj. Una escalera señorial conduce a la primera planta, a la gigantesca suite donde recibe a los medios el equipo de la película Antes de la medianoche, que se estrena en Chile el próximo jueves.

El director Richard Linklater y los actores y coguionistas Ethan Hawke y Julie Delpy conceden las entrevistas sentados en semicírculo, en una eterna conversación que recuerda mucho a los diálogos del largometraje. La luz dorada de la mañana se cuela entre los visillos del ventanal cuando comienza su encuentro con La Tercera. Se hallan en medio de una charla cuando les interrumpimos con la primera pregunta: ¿Cómo se consigue que unos diálogos como los de Antes de la medianoche parezcan improvisados, extraídos de cualquier escena cotidiana? "Es que en la vida real la gente nunca termina sus pensamientos", dice Hawke. "Hemos creado imperfecciones en los diálogos para que tengan una apariencia de espontaneidad", añade.

La película fue escrita a seis manos, localizada con tres pares de ojos, concebida desde el inicio por el trío de entrevistados, que llevan vinculados entre sí desde que en 1995 rodaran Antes del amanecer. Aquella crónica de una madrugada en la que los personajes de Jesse y Celine se pierden y se enamoran en las calles de Viena marcó el inicio de la -hasta ahora- trilogía. "Lo grandioso de estas películas es que no tienen final. Aunque habrá un final, como todo en la vida", apunta Julie Delpy, confesándose contraria a todo lo que termina. Incluso, detesta leer las últimas páginas de los libros. "La única página final que he leído recientemente es la de Alicia en el país de las maravillas", agrega entre risas.

La segunda entrega de la saga fue Antes del atardecer, que los llevó a París y dejó a puertas de una relación estable entre los protagonistas, y ahora la tercera parte los transporta a la costa griega. El Peloponeso es el escenario de la vida madura de la pareja, que apura los últimos días de sus vacaciones y aprovecha para hablar de lo divino y de lo humano, en otra conversación larguísima que pondrá a prueba su relación. "Conspiramos para que sus hijas, en la primera parte del filme, salieran dormidas en el coche, y para que después se quedasen con unos amigos durante toda una noche", confiesa el director. "Aprovechamos que era su última noche en Grecia para concederles un largo tiempo de soledad. La vida ha cambiado tanto para ellos... que ahora tienen que planearla", remata.

NADIE LO PODIA IMAGINAR

Hace 18 años, incluso cuando la primera entrega cosechó un enorme éxito, nadie podía imaginar el camino recorrido hasta hoy. "Cuando acabamos Antes del amanecer, sabíamos que queríamos reunir a los personajes de nuevo, pero que iba a ser un encuentro agridulce", recuerda Delpy. "Lo que ocurre es que nadie, excepto nosotros, pensó que fuera una buena idea escribir la segunda película", admite, y el director la interrumpe: "De hecho, tu agente te despidió". "Sí, mi agente me despidió, pensaba que estaba loca", reconoce la actriz. "Me preguntó por qué estaba escribiendo el guión de una película que nunca se haría, y que si por casualidad se acababa haciendo... nadie querría ver", remata.

El proceso de escritura de una película nunca es fácil, y mucho menos si hay tres cerebros involucrados. "Es un poco misteriosa la dinámica que fluye entre nosotros", dice Hawke. "La culpa de eso la tienen nuestros hijos", apunta Linklater, añadiendo que "nos reunimos en una habitación y nos aseguramos de que los niños no estén en ella". Delpy explica con más detalle cómo ha ido evolucionando la mecánica: "En cada película hemos atravesado un proceso de escritura diferente. En la primera, nos sentamos a trabajar en torno a un guión original que cambiamos mucho; para la segunda, nos enviamos a través de internet mucho material, pero después nos juntamos en París durante tres semanas para terminar el guión; y para esta... sí, realmente nos hemos reunido los tres en una habitación".

Y lo que esta vez ha salido de esa pluma colectiva... ¿es más cómico que romántico? "¡Bien! Me alegro de que se vea así, porque la comedia es lo más saludable de la vida a esta edad", exclama eufórico Linklater. "Todo lo que recuerdo de mis 20 años es lo jodidamente infeliz que fui. Emocionalmente estaba confusa y sufría", dice Delpy, riendo. "A esa edad tenemos tanta ansiedad e inseguridad", añade Hawke. "Yo estaba lleno de miedos por no convertirme en la persona que quería ser". Los tres ríen con fuerza cuando el director sentencia que "los 40 son mejores que los 30, pero a los 50 todo empieza a ir cuesta abajo". "Hace un rato nos ha entrevistado una periodista que tenía veintitantos años y le hemos respondido que con la edad todo mejorará", concluye Delpy.

Pero no habían respondido a la pregunta. ¿Por qué la pareja en plena madurez se presta más a la comedia? "Queríamos hablar de la parte central de una relación, porque la gente habla todo el tiempo de los principios y los finales", explica Hawke. "Es casi un tabú en Hollywood", dice Delpy. "Todas las comedias románticas cuentan cómo los protagonistas se conocen y se enamoran". ¿Habrá una cuarta entrega de la saga? No lo revelan, pero sí que a la protagonista no le gustan los finales. "Bueno, quizá es por mi trastorno obsesivo-compulsivo", dice, mirando al techo.