"Tenemos un gobierno de administración, no de inspiración. A esto se suma una figura presidencial desgastada. En este contexto los adherentes de la Nueva Mayoría necesitan una fuerza que los saque de la frustración y del letargo". Esa es parte de la explicación que da Eugenio Tironi para la irrupción de las figuras presidenciables del oficialismo.
Del consenso de que el debate por La Moneda debía quedar para marzo, se pasó a varios de los incumbentes transparentando su disponibilidad y a los partidos ordenándose detrás de ese ánimo. El sociólogo profundiza en las razones.
En los últimos días, los liderazgos presidenciables de la Nueva Mayoría han sido más activos en reconocer sus aspiraciones, ¿a qué cree que se debe?
Muy simple: al vacío de liderazgo que deja el gobierno. Los partidos de la Nueva Mayoría deben temer -y está bueno que lo hagan- que este vacío provoque una desafección tan profunda de su electorado, que éste termine por darle la espalda masivamente y por un tiempo prolongado. Un poco como les pasó a los Demócratas en EE.UU. después de Carter.
¿Pero qué cambió en las últimas semanas que pasamos de que las definiciones presidenciales debían ser para marzo a escuchar a Lagos asegurar que está "pensándolo" y a la senadora Allende que también quiere competir en una primaria?
Tres cosas, creo yo: uno, la salida de Burgos, que consagra la entrada a un gobierno que está más orientado a minimizar el daño que a crear cosas nuevas; dos, la batahola que ha provocado la reforma de la educación superior, que ha tirado a pique la ilusión de hacer de ésta la reforma estrella del "nuevo ciclo"; y tres, la evidente embestida de Sebastián Piñera, quien a todas luces tiene viento a favor.
¿Por qué?
Tiene todas las cosas a su favor: la impopularidad del gobierno, la demanda por crecimiento, el dinero para financiar una campaña con medios propios, fundaciones de apoyo, equipos técnicos conexionados y pocas resistencias de sus partidos. La única manera de contrarrestar esta ventaja es a través de una campaña electoral que cuanto antes ponga en el escrutinio público los atributos y el récord personal de los candidatos y de sus colaboradores. En ese plano a Piñera y a la derecha las cosas se le ponen un poco más difíciles.
¿Le llama la atención que restando aún más de un año y medio para que termine el gobierno y que ni siquiera empiece la campaña municipal, ya se esté hablando abiertamente de la contienda por La Moneda?
No tanto. Como decía antes, me parece que el gobierno renunció a la aspiración de llenar el vacío de liderazgo que hoy se observa y que a decir verdad, afecta a todos los ámbitos, no solo el político. Y bueno, alguien tiene que llenar ese vacío. Por esto los ojos de la gente se comienzan a dirigir hacia los potenciales candidatos presidenciales. Y miran a Lagos y Piñera, que son líderes probados. Prefiero mil veces esto a la aparición de una figura providencialista a lo Trump.
¿No es una forma de dar por terminado el gobierno de Bachelet el presidencializar el debate?
No creo. El ímpetu reformista del gobierno se agotó. No hay energía, no hay apoyo, no hay acuerdo interno y no hay plata. Pero el desafío de gestión que tiene por delante es inmenso. Primero para implementar correctamente las reformas aprobadas. Porque el papel y las leyes aguantan cualquier cosa: la cuestión es ver qué pasa en la práctica, y esto está aún por verse en el caso, por ejemplo, de la llamada "ley de inclusión". Además debe cumplir con las tareas regulares de cualquier gobierno, y que a veces se descuidaron por la manía de hacer cambios estructurales. El gobierno entró a una etapa de gestión, y bajo esta lógica tendría que hacer los ajustes de equipo que correspondan. Si lo hace, creo que la Presidenta Bachelet se podría dar por satisfecha cuando entregue la banda en marzo de 2018.
¿Se quedó sin opción de controlar este debate el gobierno?
Es obvio que no lo puede controlar, porque no tiene control del estado de ánimo de los ciudadanos ni de los movimientos internos en su coalición. Y estos han comenzado a poner los ojos en el futuro, en parte porque el presente está resultando demasiado ingrato, y el pasado no termina de darnos sorpresas.
Se dice que poner el foco en la discusión presidencial podría ayudar al gobierno en el entendido que tal vez se le prestaría menos atención a sus problemas, a la baja aprobación de la Presidenta, a la situación económica.
Totalmente de acuerdo. La ciudadanía requiere de liderazgos que la inspiren, que le hagan soñar en un porvenir un poco mejor. Esto fue lo que representó Bachelet el 2013, al menos para los adherentes de la Nueva Mayoría. Pero ya no. Lo que tenemos es un gobierno de administración, no de inspiración. A esto se suma una figura presidencial desgastada. En este contexto los adherentes de la Nueva Mayoría necesitan una fuerza que los saque de la frustración y del letargo. Necesitan de señales que les iluminen, de historias que les hagan sentirse orgullosos, de líderes que encarnen un modelo a seguir. Esto no lo pueden encontrar actualmente en el gobierno, y éste por lo visto abandonó cualquier aspiración a proveer aquello. Éste debe concentrarse en la gestión y dejar que la inspiración sea provista por los protagonistas de la próxima campaña presidencial. Cuanto antes esto ocurra, mejor para el gobierno.
¿Es viable un escenario en el que la Nueva Mayoría no realice primarias y se llegue a primera vuelta como lo pretende la DC?
Si, podría ser. Pero en ese caso no creo que Lagos se presente. No me lo imagino representando a la izquierda de la Nueva Mayoría frente a la DC. Lagos es una figura transversal, una figura de la Concertación. No creo que esto lo vaya a arriesgar bajo ninguna circunstancia.
¿Y se imagina a Lagos compitiendo en una primaria?
Sí, desde luego. A Lagos hasta le convendría participar en una primaria para sacudirse de la imagen elitista y distante que le endilgan sus críticos. Sería la oportunidad para mostrar su vigencia.