"La Presidenta Bachelet está corriendo contra el tiempo, y su objetivo no es tomar una medida que reimpulse en el corto plazo el crecimiento, que sería ilusorio, porque la economía ya se está moviendo en base a las expectativas de lo que va a ocurrir el próximo año. Ella está preocupada de su legado". El sociólogo Eugenio Tironi, ex director de la Secretaría de Comunicaciones (Secom) de La Moneda, analiza de esta forma el fuerte choque entre la Mandataria y su equipo económico, que culminó ayer con las renuncias de Rodrigo Valdés y Luis Felipe Céspedes, y con la Jefa de Estado reafirmando su mensaje, al señalar que "no concibo un desarrollo a espaldas de las personas y donde sólo importan los números".

"Algunos no tienen el crecimiento entre sus prioridades". Eso fue lo que dijo Valdés. Es una frase que podría haber dicho cualquier dirigente de la derecha...

Lo que pasa ahora es que yo creo que Valdés estaba refiriéndose a la Presidenta con esa frase. Y la Presidenta arbitró de un modo bastante dramático… Ella establece un clivaje, una línea divisoria que reorganiza no sólo el escenario político, sino que reorganiza a la centroizquierda. Digámoslo así: "Allá están, con Valdés y Céspedes, los que quieren el crecimiento a cualquier costo, y acá están conmigo los que creemos en un crecimiento con rostro humano y ambiental". Es bastante significativo lo que sucedió. Esto parte por la mitad a lo que conocimos como centroizquierda desde el 90.

Si la Nueva Mayoría ya está en una situación delicada, en el sentido de su sobrevivencia como coalición, ¿cómo queda ahora?

Esto, por lo menos, le tira una buena tonelada de tierra encima del cadáver. Nunca se había visto una fractura de esta envergadura, de esta naturaleza, desde el año 90, en que saliera todo el equipo económico por una discrepancia con la Presidenta.

¿Qué implicancias puede tener, sobre todo si estamos a dos meses y medio de las elecciones?

Tiene muchas implicancias. Los candidatos van a tener que alinearse aquí. Esto convierte a la Presidenta en una protagonista central de la contienda electoral.

¿Cree que aquí hay una apuesta de Bachelet por su legado, siendo coherente con sus principios y su estrategia política?

Yo creo que sí. Ella puso todas las fichas en este número. Y lo está haciendo en todos los campos: en el tema del aborto en tres causales, en el matrimonio igualitario, en la Constitución, educación. Ella está corriendo contra el tiempo, y su objetivo no es tomar una medida que reimpulse en el corto plazo el crecimiento económico, que sería ilusorio, porque la economía ya se está moviendo en base a las expectativas de lo que va a ocurrir el próximo año. Ella, efectivamente, está preocupada de su legado. Está cumpliendo a cabalidad con lo que se propuso cuando volvió a ser Presidenta de la República, que era dejar instalado un programa, un programa de líneas estratégicas, de decisión para adelante, que aunque no estén culminadas, están planteadas. Y eso es claramente lo que guía su conducta.

Y en eso, a su juicio, ¿Bachelet ha tenido éxito o fracaso?

Ha tenido éxito en cuanto a colocar los temas en la agenda, y algunos de ellos ponerlos en marcha. Y ha tenido un fracaso en términos de que ella tiene que haber imaginado que esto iba a despertar una gran adhesión de la ciudadanía. Y no ha sido así. Pero ella ya llegó, y uno tiene una respuesta para esto, una justificación, que es decir que las grandes transformaciones no se aprecian en el momento en que se realizan, sino que se vienen a apreciar mucho después. Y eso va a quedar consignado en los libros de historia. La Presidenta, con sus actos, está demostrando que está pensando más en eso -vale decir, en los libros de historia- que en la adhesión inmediata de la ciudadanía.

O sea, usted dice que hay una apuesta por su legado, pero que ella no está pensando en cómo ayudar a su sector para las elecciones….

Claro, pero de paso puede tener algún rédito electoral. Y ese rédito tengo la impresión que va más a Guillier que a Goic. La cultura democratacristiana siempre ha sido más pro crecimiento, pro mercado, pro inversión, pro sector privado. Y esto es un golpe importante para ese mundo.

Según usted, ¿en lo que sucedió con Valdés se refleja la personalidad de Bachelet y su forma de actuar o, más bien, lo que se ve es una coherencia de ella con su discurso y su relato de gobierno?

Esto es muy coherente. Creo que se han subvalorado la consistencia, la perseverancia y la disciplina de la Presidenta. Ella, contra viento y marea, ha seguido adelante con su agenda, ha buscado sortear vientos en contra por la vía de sacar a Arenas y Peñailillo, meter a Burgos y a Valdés, pero cuando fue necesario sacó a Burgos, y ahora que está en las postrimerías, sacó a Valdés. Ahora, no está trayendo de vuelta a Arenas, sino que a Eyzaguirre y a Rodríguez Grossi, que son dos personas que dan confianza y que no van a hacer ninguna locura. Ella no está volviendo atrás, pero ya dio la señal que quería dar, en el sentido de que "a mí no me van a doblar la mano, voy a seguir adelante con mi agenda".

Lo que detona esto es el proyecto minera Dominga, pero ese proyecto no iba a hacer la diferencia en si el país crece más o menos. Por lo tanto, ¿ve usted que esto refleja una pugna interna por el modelo de país que se arrastra desde hace tiempo en el gobierno?

Claro. Nunca vamos a saber los pormenores, pero seguramente debe haber mucha historia detrás, desde la reforma laboral, las leyes de educación, la reforma de pensiones, ahora la ley de Presupuesto. Debe haber muchas cuentas por cobrar de un Rodrigo Valdés, digamos, hacia el resto del gobierno en cuanto a poca voluntad de apoyarlo en lo que es la misión de un ministro de Hacienda.