A medida que se acerca el invierno, los ex países satélites soviéticos, desde Polonia a Bulgaria, observan con creciente nerviosismo las negociaciones estancadas entre Rusia y Ucrania por el gas.
La ausencia de un avance discernible está generando un frío colectivo en la espalda de Europa del Este, que tiene recuerdos vívidos de los cortes de energía rusos durante los inviernos excepcionalmente fríos de 2006 y 2009. Los consiguientes déficits llevaron a cerrar fábricas y a volver a la madera para generar calor y cocinar en las zonas rurales.
Pese a estos dos episodios, es poco lo que se ha hecho para diversificar los suministros dentro de una región que sigue siendo muy dependiente de sistemas de distribución de energía que datan de la era soviética.
"Hay zonas de Europa oriental que continúan siendo muy vulnerables este invierno", dijo Emily Stromquist, analista de Eurasia en Londres. "El problema es que hasta hace poco tiempo las relaciones con Rusia fueron en general buenas, de modo que no había una sensación de urgencia de construir rápido".
Si Moscú y Kiev no llegan a un compromiso antes del invierno y OAO Gazprom no reinicia los suministros a su vecino occidental, Ucrania podría recurrir a desviar gas transportado a través de su territorio. Al igual que en 2009, esto podría llevar a Rusia a cortar directamente el paso a través de Ucrania, dejando partes de Europa oriental expuestas a severos déficits.
Polonia, Hungría y especialmente la península Balcánica serán los más afectados, según las llamadas "pruebas de resistencia" publicadas por la Unión Europea.
Conectados al viejo sistema de gasoductos soviético que atraviesa Ucrania y Moldavia, los países balcánicos dependen de Rusia para casi el 100% de sus necesidades. Más aún, están conectados en forma deficiente con sus vecinos y su almacenamiento subterráneo no basta para cubrir la demanda para todo el invierno.
Parte del problema se debe a que, en vez de aumentar las interconexiones de los gasoductos para mejorar las operaciones, estos países cifraron su esperanza en el proyecto South Stream de Gazprom, concebido para eludir a Ucrania uniendo directamente a Rusia con Bulgaria a través del Mar Muerto. Sin embargo, los trabajos de preparación en el gasoducto de 2.446 kilómetros (1.520 millas) fueron suspendidos este año debido a la intensa presión de la UE y los Estados Unidos al estallar el conflicto en Ucrania.
"Serbia no elaboró alternativas y se concentró exclusivamente en el proyecto South Stream cuya construcción no depende de nosotros", dijo Zorana Mihajlovic, viceprimera ministra de Serbia que fue ministra de Energía desde 2012 hasta este año. Por el contrario, dijo, su país tendría que haber construido un gasoducto a Bulgaria.
"Otros países europeos han hecho mucho más que nosotros para mejorar su seguridad energética", dijo.
Estaba previsto que Rusia y Ucrania volvieran a la mesa de negociaciones en Berlín esta semana antes de que Rusia presentara una demanda de último momento de pagos anticipados por futuras entregas. Eso ahondó el temor por parte de los vecinos de Europa oriental, que siguen atentamente las conversaciones, de que el acuerdo no se concrete.