Más de la mitad de las misiones que han intentado aterrizar en Marte ha fracasado desde los años 60. La última en vivir la experiencia fue parte de la misión europeo-rusa ExoMars, cuyo lander Schiaparelli se estrelló contra el piso a más 300 km/h desde una altura de 3,7 kilómetros, el 19 de octubre de este año. Un fallo del software hizo que soltara el paracaídas al creer que ya estaba en el piso.

No obstante, el fracaso no detendrá los intentos por llevar un rover a la superficie marciana, y en 2020 tendrán una nueva oportunidad.

Aunque dos años después de lo que planteaba su plan original, la Agencia Espacial Europea (ESA) aprobó los más de 480 millones de dólares necesarios para financiar ExoMars 2020, un robot explorador que será capaz de recoger muestras hasta dos metros bajo la superficie de Marte; 40 veces más profundo que cualquier otra misión (Curiosity sólo puede perforar 5 cm, por ejemplo).

La decisión llamó la atención, pues no sólo se realiza después de la pérdida de su último lander, sino porque con él, la ESA aumentó su lista de malas experiencias aterrizando en el planeta, que comenzó en 2003 cuando el amartizaje del Beagle 2 fracasó.

"No es una cosa fácil, pero estamos seguros de que tendremos éxito", dijo Ene Wörner, director general de la ESA.

La presión atmosférica en Marte, menos del 1% de lo que hay en la Tierra, hace compleja la misión, indicó Andrew Coates, profesor de física en el U. College of London, en The Conversation. "Esto significa que cualquier sonda descenderá muy rápidamente a la superficie, y debe ser desacelerada. Lo que es más, el aterrizaje tiene que ser hecho de manera autónoma, pues el tiempo de viaje de la luz desde la Tierra es de tres a 22 minutos", señaló en una columna.

¿Por qué insistir entonces? Hacerlo después no era una opción, dijo el director de la ESA. Además, si es exitosa, será la primera que realmente analizará la existencia de vida, y no de ambientes aptos o no para ésta, como se ha hecho hasta ahora. El rover pretende llegar a un lugar donde la luz ultravioleta y otras radiaciones que pueden ser perjudiciales para la vida, no pueden alcanzar. "Es la que más probablemente, de cualquier misión planeada, pueda responder finalmente a la pregunta de si hubo, o incluso hay, vida en Marte", escribió Coates, quien prepara un instrumento para la misión.

Quienes salieron perjudicados con la decisión de la ESA fueron los encargados de la Misión de Impacto de Asteroides (AIM), que pondría a prueba una estrategia para proteger la Tierra de los asteroides entrantes, utilizando proyectiles para cambiar su curso. El financiamiento otorgado es muy bajo para realizarla.

"Un proyecto genial ha muerto a causa de una falta de visión y valor, incluso a corto plazo, y es muy triste", dijo Patrick Michel, científico planetario del Centro Nacional de Investigación Científica en Niza, a cargo de AIM.