Es una construcción de cierta edad, pero tiene una digna vejez. Materiales sólidos, una arboleda a modo de antejardín, habitaciones con espacio de sobra. Nadie diría que un edificio así, con vista al mar, tiene los días contados. Nadie, a excepción de la empresa constructora Bonfim, una compañía que ya convenció a casi todos sus habitantes para que se marchen y permitan su demolición. El ingeniero jefe de Bonfim ha tocado las puertas de los vecinos para que acepten el dinero que ofrecen como suculenta compensación. Es una cantidad estimable, pero a Clara, una ex crítica de música con devoción por los viejos tiempos, no le interesa mudarse. Irreductible en su posición de una única habitante reacia a dejar su departamento, la mujer es la piedra en el zapato de la inmobilaria.
La película Aquarius (2016) del realizador brasileño Kleber Mendonça Filho es algo así como la guerra sin tregua entre una ciudadana común y corriente y las fuerzas del capital. O, si alguien prefiere otro enfoque, entre la incontenible nostalgia y el frío progreso. De cualquier manera, más allá de sus interpretaciones posibles, Aquarius se instaló desde su estreno en el Festival de Cannes en mayo del año pasado, como uno de los mejores filmes brasileños de la última década, dándole rostro a una cinematografía que hasta ahora parecía dormida. Además, sirvió como vitrina para Sonia Braga (1950), que en rol de Doña Clara entrega una de las grandes actuaciones de su carrera: está en casi todas las escenas y con más diálogos que en cualquiera de sus filmes anteriores. Es, en palabras de The New Yorker, "una actuación feroz".
La película se estrenará el próximo jueves 16 en el Centro Arte Alameda y Cinemark Alto Las Condes, inaugurando en marzo una temporada en que el cine independiente y procedente de Europa tiene bastante que decir frente a los megaestrenos comerciales.
El mismo jueves también entrará a salas Francofonia (2015), la nueva cinta del ruso Aleksandr Sokhurov, el refinado e ilustrado cineasta que alguna vez fue considerado el más directo heredero de Andrei Tarkovski. Virtuoso como pocos en el manejo de la cámara y en la indagación de la historia europea, Sokhurov se hizo conocido con cintas como Madre e hijo (1997) y, sobre todo, la sugestiva El arca rusa (2002). Si en esta última contaba las tribulaciones de su madre patria a través de un paseo por el Museo Hermitage en San Petersburgo, en Francofonia describe el episodio de la ocupación nazi en Francia en un recorrido por el Louvre. La película fue estrenada en Venecia, festival donde el 2011 Sokhurov ganó el León de Oro con Faust.
También en marzo, exactamente el jueves 23, entra al Centro Arte Alameda el premiado documental Sonita, de la iraní Rokhsareh Ghaemmaghami. Ganador del galardón al Mejor Documental y Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2016, cuenta la experiencia de Sonita Alizadeh, una muchacha afgana que logra hacerse famosa a través del rap. Refugiada en Irán junto a sus padres, a los 16 años su familia pretende venderla para un futuro matrimonio. En ese momento, la propia directora de la cinta entra a la historia: decide pagar el dinero de la dote matrimonial a cambio de que Sonita pueda seguir cantando.
Historias familiares
A fin de marzo arribará otra película premiada. Se trata de Es sólo el fin del mundo, la nueva y explosiva propuesta de Xavier Dolan (1989), el niño maravilla del cine canadiense. Con Gaspard Ulliel, Vincent Cassel, Marion Cotillard y Léa Seydoux en los roles principales, acá se cuenta en un tono claustrofóbico y angustiante el regreso a casa de un escritor enfermo de Sida tras muchos años en el extranjero. En la reunión familiar, todos sacan cuentas y sentimientos a la hora de la cena y, más temprano que tarde, explota una olla a presión de miserias, celos, envidias y rencores. No es para todos los estómagos.
Las aguas se tranquilizan en abril con la llegada de la gentil Por siempre amigos, de Ira Sachs. Todo transcurre en un barrio de Brooklyn, donde Brian Jardine (Greg Kinnear) se traslada junto a su familia a la casa de su padre recientemente fallecido. Obligado por las necesidades económicas a subirle la suma del arriendo de la planta baja a la locataria Leonor Calvelli (Paulina García), Jardine entra en un inevitable conflicto. Sin embargo, el pequeño gran drama de esta cinta no es ése: quienes pagan las reales consecuencias de todo son Jake y Tony, dos chicos que se han hecho amigos y que son los hijos respectivamente de Brian y Leonor.
A fin de abril debería entrar Personal shopper, la película por la que el francés Olivier Assayas ganó Mejor director en Cannes 2016. Es una mezcla de suspenso y terror a través de las experiencias de Maureen (Kristen Stewart), una asistente de estrellas de cine que al mismo tiempo tiene la rara facultad de comunicarse con su hermano fallecido.
Ya el 11 de mayo se estrenará La ciudad perdida de Z (2016), el nuevo largo de James Gray. Figura central del cine independiente estadounidense de la década pasada a través de filmes como Los dueños de la noche (2007) y Los amantes (2008), Gray cuenta ahora la historia real del coronel británico Percy Fawcett, que a principios del siglo XX hizo varios viajes al Amazonas en busca de una supuesta civilización perdida. Actúan Charlie Hunnam y Robert Pattinson.
Junio será el turno de dos producciones de muy diferente signo: Frantz (2016) y Desde allá (2015). La primera, del galo François Ozon, se introduce en la historia europea para contar la relación entre un ex soldado francés y la novia del militar alemán que le tocó matar en la Primera Guerra Mundial. La venezolana Desde allá, de Lorenzo Vigas, ganó el León de Oro en Venecia 2015 y la protagoniza Alfredo Castro como un solitario profesional que busca compañía entre los chicos de las barriadas de Caracas.