Tras un receso de dos semanas, la Cámara de Diputados de Brasil retomó ayer sus sesiones con un desafío inmediato: la votación en que hoy decidirá si acepta o no la denuncia presentada por la Fiscalía General contra el Presidente Michel Temer por corrupción pasiva. De ser adversa para Temer, la votación autorizará que la Corte Suprema instaure un juicio penal contra el mandatario, quien en ese extremo sería suspendido del cargo durante 180 días y destituido si al cabo del proceso fuera declarado culpable.

La oposición anticipó que buscará bloquear la sesión, dejando al oficialismo la obligación de conseguir el quórum de 342 legisladores necesarios para votar, un reconocimiento de que no tiene la fuerza suficiente para que la investigación avance.

"El gobierno no tiene el número suficiente de diputados para abrir la sesión", dijo a France Presse el diputado del PT Paulo Pimenta.

Sin embargo, Temer transfirió a la oposición la responsabilidad de conseguir el quórum para el inicio de la votación, ya que, a su juicio, este sector es "quien quiere destruir lo que la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ) decidió". En una votación previa, la CCJ rechazó la denuncia contra el presidente.

Con todo, el jefe de gabinete de Temer, Eliseu Padilha, admitió que "si la oposición obstruye, (la votación) no va a suceder".

Pese a la amenaza de obstrucción, el presidente de la Cámara Baja, Rodrigo Maia, se mostró confiado ayer en que la denuncia contra Temer será resuelta hoy. "Se va a dar el quórum, la gente va a votar. Creo que es nuestra obligación", afirmó Maia en declaraciones a O Globo.

De acuerdo con el periódico carioca, Temer prepara una "invasión" de ministros-diputados en la Cámara. En otras palabras, esto significa que todos los ministros que son parlamentarios reasumirán sus mandatos para votar en el plenario. Según O Globo, esta estrategia permitiría no solo garantizar votos a favor de Temer, sino también mostrar cohesión de los partidos que tienen ministerios en torno al Presidente.