El ex portero del Flamengo Bruno Fernandes fue condenado por una jueza en la ciudad brasileña de Contagem a 22 años y tres meses de reclusión al ser considerado autor intelectual de la muerte de su antigua novia Eliza Samudio, asesinada en 2010.
Después de varias horas de deliberaciones del jurado, integrado por siete personas, la jueza Marixa Fabiane Rodrigues leyó después de las 02.00 de la madrugada de este viernes la sentencia condenatoria, cuyas penas suman 22 años y tres meses, de los cuales 17 años deberán ser cumplidos en régimen interno.
El jurado, según la jueza, consideró a Bruno como una persona "violenta, fría y disimulada" y fue el articulador de la "trama diabólica" para la muerte y desaparición del cadáver de Samudio.
Bruno "quedó decepcionado, pero no lloró", escribió en su perfil de una red social el abogado principal del portero, Lucio Adolfo, quien hoy mismo apelará el fallo.
Preso desde hace dos años y siete meses, Bruno respondía ante la Justicia por las acusaciones de los delitos de homicidio calificado, secuestro, encarcelamiento privado y ocultación del cadáver de Samudio, desaparecida en 2010 cuando tenía 25 años y cuyos restos no han sido encontrados.
Por primera vez, Bruno admitió el miércoles durante el juicio que Samudio fue asesinada, pues ante la falta de un cadáver la defensa de varios de los acusados del crimen llegó a insinuar que la modelo estaba viva y refugiada en Bolivia, Paraguay o en algún país de Europa Oriental.
Samudio, también actriz de películas pornográficas, reclamaba a Bruno el reconocimiento de la paternidad de un bebé que tuvo con el futbolista y el pago de una pensión por alimentos, lo cual, al parecer, fue el motivo del crimen.
Según Bruno, Samudio salió de su finca con el bebé y en compañía del amigo íntimo del portero Luiz Henrique Romao, conocido como "Macarrao", y de un primo del deportista, en la época menor de edad.
Macarrao y el menor retornaron a la finca con el bebé, pero sin Samudio, y el primo, de acuerdo con Bruno, le confesó que Samudio había sido asesinada por el ex policía Marcos Aparecido dos Santos, alias "Bola", quien luego la descuartizó y echó sus restos a unos perros.