Javier Murillo asumió la jefatura de la Cancillería boliviana en 1997, cuando Hugo Banzer, otrora dictador, asumió su segundo gobierno. El ex canciller boliviano fue uno de los protagonistas del acercamiento que hubo en aquella época con Chile para solucionar el histórico reclamo marítimo. En conversación con La Tercera, Murillo -que dejó su cargo en 2001- plantea que la memoria boliviana que el Presidente Evo Morales presentará hoy en La Haya, como parte de la demanda contra Chile que se concretó en abril de 2013, tiene como sustento el hecho de que, según Bolivia, el gobierno chileno se comprometió en varias ocasiones a negociar el tema, pero luego no cumplió.
"Cuando asumí la Cancillería tuvimos varias reuniones con Juan Gabriel Valdés. Luego de varios encuentros, pudimos finalmente suscribir (en 2000) el llamado acuerdo de Algarve, Portugal, contenido en un comunicado conjunto estableciendo la agenda sin exclusiones (paso previo a la agenda de los 13 puntos), que posibilitó retomar el diálogo bilateral bajo una mentalidad diferente. Pero después, Soledad Alvear, la nueva ministra de Relaciones Exteriores, no creía en esa iniciativa. La recibió primero con desgano y la fue archivando poco a poco", señala Murillo.
¿Qué es lo que, a su juicio, llevó al Presidente Evo Morales a demandar a Chile ante La Haya en 2013?
Todos los gobernantes bolivianos, desde hace 135 años, han planteado la posibilidad de que se pueda resolver, mediante negociaciones directas, el enclaustramiento geográfico que le fue impuesto a Bolivia. Cuando la Presidenta Bachelet inició su primer mandato se abrieron, aparentemente, circunstancias favorables con la adopción de una agenda de 13 puntos, en la que figuraba el tema marítimo. Sin embargo, los pretendidos acercamientos no produjeron ningún resultado. El ex Presidente Piñera, con tono menos amable, siguió la misma línea. Entonces, agotada la paciencia y perdida toda esperanza de que se pudiera concretar una negociación con Chile, Morales decidió emprender el único camino que faltaba, el que nos condujo a La Haya. Se confirmaba así que no se había modificado la falta de voluntad política de Chile. A Evo Morales se le agotó la paciencia con Bachelet y Piñera.
Bolivia presentará hoy su memoria ante La Haya por su reclamo marítimo contra Chile. Si bien la demanda tiene carácter secreto, ¿qué elementos históricos podrían resaltar en esta memoria?
Evidentemente, se trata de un documento secreto. Sin embargo, las autoridades bolivianas explicaron oportunamente los fundamentos de la demanda ante La Haya. Se trata de dar validez jurídica exigible a los numerosos compromisos formalmente asumidos por Chile, a lo largo de la historia, para resolver el enclaustramiento geográfico de Bolivia. Tales compromisos se dieron en 1895, 1910, 1920, 1923, 1926, 1950, 1961, 1975, entre los más importantes.
Usted y otros ex cancilleres bolivianos han sostenido varios diálogos por este tema con el Presidente Morales. ¿Hay optimismo en que la demanda puede dar frutos positivos para el reclamo boliviano?
La demanda ante La Haya no debiera tomarse en Chile como un acto inamistoso; tal vez sea una oportunidad histórica. Ceder una porción de territorio en el norte de Arica no significa para Chile ningún sacrificio extraordinario. Le daría, en todo caso, gran prestigio internacional. Para Bolivia, en cambio, contar con una salida soberana al Pacífico constituye no sólo una reparación histórica, sino la oportunidad de contar, junto a las rutas oceánicas de un territorio, con un puerto y un área industrial.
¿Cómo se recibió en Bolivia el fallo de La Haya, emitido en enero pasado, por el diferendo limítrofe entre Chile y Perú?
Con mucho beneplácito, porque pone fin a un diferendo y hace desaparecer un motivo de discrepancia fronteriza entre Chile y Perú, que, como toda cuestión que tiene que ver con aspectos limítrofes, genera siempre tensiones entre los países.
¿A qué hechos atribuye el fracaso de conversaciones anteriores entre Bolivia y Chile para dar solución a este tema? Hubo acercamientos en 1975, con lo de Charaña, y también al inicio del primer gobierno de Michelle Bachelet, con la agenda de los 13 puntos.
Los problemas de las dimensiones del enclaustramiento boliviano sólo se resuelven cuando está presente una voluntad política más grande que los obstáculos que hay que remover para alcanzar los acuerdos que se requieren. En 1975, Chile exigía como precio de la transferencia de una franja al norte de Arica un canje territorial, pero no estuvo dispuesto a obtener el consentimiento peruano para viabilizar esa transferencia, conforme lo estipula el Tratado de 1929.