Cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, sus 15 repúblicas se desmembraron. Algunas, como Estonia, Letonia y Lituania se reinventaron e ingresaron en 2004 a la Unión Europea y la OTAN, mientras que otras quedaron bajo la influencia de Moscú, como Ucrania y Bielorrusia. Pero otras regiones quedaron en un estatus muy particular, como Transnistria, que se declaró independiente, pero que no es reconocida por la comunidad internacional. Tras la anexión de Crimea a Rusia luego del referéndum relámpago, varios territorios temen una suerte de "efecto dominó". Así, muchos se preguntan ¿Quién será el próximo?
Moldavia, el país más pobre de Europa, es una de las naciones que teme seguir bajo el "dominio" ruso. Hasta ahora este país de 3,5 millones de habitantes se ha negado a adoptar un modelo capitalista, pero por otro lado espera firmar "lo antes posible" un acuerdo de asociación con la UE. Sin embargo, teme que por aquello Rusia le pase la cuenta. En 2006, cuando comenzó a forjar lazos con Occidente, Moscú impuso una prohibición a la importación de vino moldavo, que es parte fundamental de la economía local. En noviembre, Moldavia celebrará elecciones parlamentarias y se espera un triunfo de los comunistas.
Para Moldavia, otro problema tiene que ver con Transnistria, el último bastión soviético de Europa con el cual mantiene una tensa relación. En esta zona, ubicada dentro de Moldavia, operan industrias rusas, sus poco más de 500 mil habitantes son rusoparlantes y además Moscú mantiene ahí 1.500 soldados. Transnistria no sólo tiene estatuas de Lenin, sino que gigantografías de Vladimir Putin. Las autoridades locales pidieron el lunes al Congreso ruso unirse a la Federación Rusa.
Al otro lado de la frontera moldava, los rumanos tampoco están muy tranquilos. "La idea de restaurar la URSS es una realidad política", afirmó ayer el Presidente de Rumania, Traian Basescu, quien agregó que la guerra de Georgia en 2008 y el plebiscito de Crimea "han sorprendido a la Unión Europea". Precisamente, en su momento Georgia intentó afianzar su control sobre Osetia del Sur y Abjasia, que terminaron siendo defendidas por Rusia y hoy figuran bajo su protección.
También existe temor a alguna jugada de Putin en los países bálticos. En Estonia -una de las ex repúblicas soviéticas más ricas con un PIB per cápita de US$ 22 mil-, los rusos representan casi un tercio de la población, mientras que un cuarto de la población de Letonia habla ruso. Estas naciones han insistido en que Rusia debe respetar la integridad territorial de Ucrania. Desde Vilna, la capital lituana, el Vicepresidente estadounidense, Joe Biden, advirtió ayer que su país responderá contra cualquier agresión contra sus aliados de la OTAN.
Según dijo a La Tercera el analista John Allen Williams, de la Loyola University Chicago, "Europa va a tener cuidado con las sanciones contra Moscú, ya que necesita el gas de Rusia". Incluso hasta en Polonia, que formó parte de la órbita soviética, existe preocupación por las consecuencias que tendrá la anexión de Crimea. También en Kazajstán.