El ex inspector luso que investigó el caso Madeleine, Goncalo Amaral, está convencido de que Londres presionó a Portugal para que lo apartaran del cargo en 2007 y para evitar las acusaciones contra los padres de la menor, Kate y Gerry McCann.
Amaral dijo que las conversaciones "a nivel de embajadores" entre EEUU y el Reino Unido mantenidas días antes de que lo obligaran a abandonar la investigación, y que reveló Wikileaks, "no dejan dudas" sobre esas "interferencias". El ex policía dirigió la investigación sobre la desaparición de Madeleine el 3 de mayo de 2007, cuando iba a cumplir cuatro años, y fue cesado en octubre de ese mismo año.
En 2008, cuando el caso fue cerrado, publicó un libro, que fue prohibido por una demanda de los McCann, en el que sugiere que el matrimonio está implicado en una supuesta muerte accidental y ocultación del cadáver de la menor.
Portugal tiene "un gobierno débil ante los 'amigos' ingleses, servil y sumiso, y el archivo de la investigación de la misteriosa desaparición de Madeleine McCann constituye una vergüenza para nuestro país y el sistema de justicia luso", lamenta Amaral.
El ex inspector comenta así el informe elaborado por el entonces embajador estadounidense en Lisboa, Al Hoffman, con detalles de una reunión con su homólogo británico, Alexander Wykeham, en septiembre de 2007, dos semanas después de que los McCann fueran declarados sospechosos oficiales del caso.
En este cable, Hoffman relata cómo el embajador británico le reconoció que la Policía de su país había investigado las pruebas existentes contra los padres de Madeleine, lo que contradice la versión conocida entonces, que atribuía las dudas sobre la inocencia de éstos únicamente a los agentes lusos.
Amaral recordó que fue apartado de sus funciones en octubre de 2007 y que por aquellas fechas el primer ministro luso, Jose Sócrates, y el británico, Gordon Brown, "abordaron el caso Maddie" durante una reunión europea.
"En tono de broma, o tal vez no, hay quien dice que el Reino Unido firmó el Tratado de Lisboa a costa de mi cabeza", ironizó el ex policía, hoy retirado, en alusión a la difícil renegociación de ese histórico documento europeo durante la presidencia lusa de la UE.
En su opinión, la información revelada por Wikileaks no supone una novedad, aunque sí refleja "que las noticias de entonces eran falsas, creadas en el seno del 'staff' de apoyo al matrimonio McCann". Tenían el propósito, agrega, de propiciar "un clima de desconfianza entre las policías portuguesa e inglesa" y desacreditar a los agentes lusos.
Amaral se muestra confiado en que el caso se acabe esclareciendo por completo, pero considera necesario reiniciar la investigación policial y revisar el proceso.
"Madeleine McCann merece que se haga justicia. Su probable muerte y misteriosa desaparición no pueden depender sólo de la voluntad política", insistió. Amaral y los padres de la niña mantienen una pugna judicial pese a que el caso Madeleine se cerró oficialmente hace más de dos años sin culpables y por falta de pruebas.
Los abogados de la pareja británica han apelado el levantamiento de la prohibición de venta del libro del ex policía, "Maddy. La verdad de la mentira", y quieren que indemnice por daños y perjuicios a los padres, que siempre se han declarado inocentes. Pero de momento un tribunal luso de segunda instancia ha dado la razón al ex policía, en un dictamen del pasado mes de octubre, y la circulación de la obra es de nuevo legal.