En 2000, el vaticanista norteamericano John Allen publicó Joseph Ratzinger, the enforcer of the faith. Eran los últimos años del pontificado de Juan Pablo II y el entonces cardenal alemán llevaba 19 años a cargo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. Se había convertido en el hombre más poderoso e influyente del Vaticano y, la oficina que dirigía, era la guardiana de la doctrina. Desde el inicio de su pontificado, Juan Pablo II había dado señales claras de que no quería desviaciones: intervino la Compañía de Jesús, condenó a la Teología de la Liberación y le quitó el derecho a enseñar teología a todos aquellos que se desviaban de la doctrina. En 2005, cuando Joseph Ratzinger emergió del balcón de la basílica de San Pedro convertido en el sucesor de Juan Pablo II, como Benedicto XVI, la línea se mantuvo. En sus ocho años de pontificado la Congregación para la Doctrina de la Fe emitió 19 documentos doctrinarios, acompañados de igual número de declaraciones, una media de más de dos por año. Con la llegada de Francisco, sin embargo, el panorama cambió.
Un reciente artículo de la revista The National Catholic Reporter apuntó a que durante los cuatro años que lleva este Papa, la producción de documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha caído drásticamente. Desde la llegada de Jorge Mario Bergoglio, esa oficina ha emitido dos textos, menos de los que se publicaban en un año en el pontificado anterior. Pero las diferencias no terminan allí.
La Congregación para la Doctrina de la Fe es también la encargada de velar por la correcta enseñanza de la doctrina católica. Por ello, valida a los teólogos que cumplen con esos lineamientos y castiga a aquellos que no lo hacen. A los teólogos Hans Küng y Leonardo Boff, por ejemplo, se les prohibió su derecho a enseñar teología a nombre de la Iglesia durante la era de Juan Pablo II. Sin embargo, en los últimos cuatro años, según la revista, las investigaciones que se llevaban a cabo contra cuatro teólogos están detenidas. "Todos han dicho que no han escuchado nada de la Congregación desde la elección de Francisco", señala el artículo.
Para el jesuita Thomas Reesse, director de la revista católica norteamericana America entre 1998 y 2005, período en el cual mantuvo agrias disputas con la Congregación dirigida entonces por Joseph Ratzinger, no hay duda de que esa oficina ha perdido preeminencia durante el actual pontificado. "El Papa Francisco está más preocupado de cómo la gente vive la fe y no de cómo se explica la fe", asegura a La Tercera. Según él, en la época de Juan Pablo II "la congregación era usada para controlar y monitorear a los teólogos e incluso silenciarlos si se salían de la línea". Eso, agrega, no sucede con el actual Papa. "(Francisco) fomenta la discusión abierta y el debate en la Iglesia, incluso de personas que están en desacuerdo con él", sostiene. El Papa dio una clara señal de su intención de minimizar el rol de la congregación poco después de su elección, según The National Catholic Reporter, cuando le dijo a un grupo de religiosos latinoamericanos que no se preocuparan si alguno de ellos era el objetivo de alguna investigación teológica. "Esto va a pasar (…). Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan para adelante", les dijo el Pontífice.
"Uno de los cambios de Francisco ha sido la implementación de lo que en la Iglesia se llama 'colegialidad', es decir, el concepto de que los obispos participan en el gobierno de la Iglesia universal", sostiene a La Tercera el biógrafo de Francisco y fundador del movimiento Voces Católicas, Austen Ivereigh, para explicar el cambio que ha experimentando la Congregación para la Doctrina de la Fe en los últimos años. "Bajo Juan Pablo II en particular hubo un chorro constante de documentos, instrucciones, regulaciones, lo que a veces socavaba y sofocaba a los obispos. Bajo Francisco, esto se ha reducido enormemente, para dar más libertad y espacio a los episcopados", agrega. Según él, durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, "uno puede decir que se priorizaba la reformulación y promulgación de las doctrinas, mientras Francisco enfatiza la experiencia de Dios, y la conversión", asegura. Una opinión compartida por el sacerdote Peter Phan, teólogo sobre el cual la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) abrió una investigación en 2007. "El puesto de prefecto para la CDF es ahora un cargo más en la Curia y no un puesto de por vida como en el pasado", asegura a este diario.
De hecho hace dos meses el Papa no renovó en su cargo al entonces prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller y nombró en su puesto a su segundo, el arzobispo español y jesuita Luis Ladaria. Müller y Bergoglio no ocultaban sus tensiones, según Ivereigh. "A Müller no le gustaba que el Papa quisiera reducir -así lo veía él- el papel de la Congregación", dice el biógrafo del Papa. Por eso, según Ivereigh, el nuevo prefecto "estará más alineado con Francisco". "Creo que veremos cambios importantes en la Congregación el año que viene", concluye.