La expectación envuelve la prevista comparecencia mañana de Carolina de Mónaco en defensa de su esposo, Ernesto Augusto de Hannover, en el juicio en Alemania por la paliza que le propinó el aristócrata al propietario de una ruidosa discoteca en Kenia, diez años atrás.

"¿Vendrá la princesa?", es la pregunta recurrente en los medios respecto a la declaración de Carolina, anunciada para mañana tras varios aplazamientos, ante la Audiencia de Hildesheim (centro de Alemania).

"Sí, vendrá. Está así acordado con el Principado de Mónaco", afirmó hoy el portavoz de la cámara, Bernd Pingel.

La princesa declarará como testigo de la defensa de Ernesto Augusto en el nuevo juicio por la agresión sufrida en 2000 por Josef Brunlehner, dueño de un local de Kenia cercano al lugar donde ellos pasaban sus vacaciones, en la idílica y elitista isla de Lamu.

La comparecencia se preveía de por sí mediática y lo será más aún, tras el revuelo por las fotografías del príncipe en una playa tailandesa, besándose y chapoteando con una desconocida en el balneario de Phuket.

Hasta ahora no ha habido reacción oficial alguna a esas imágenes, que han acentuado los rumores de ruptura del matrimonio monegasco y que fueron tomadas mientras Carolina se encontraba esquiando con sus cuatro hijos en la estación suiza de Crans Montana.

A Carolina, de 52 años, y Ernesto Augusto, de 55, no se les ve juntos desde el 27 de junio, en que asistieron a un torneo de equitación en Mónaco, recordaban estos días los medios.

Tampoco se espera verles a los dos juntos mañana, salvo sorpresas, explicó Pingel. El príncipe alemán declaró únicamente en la apertura del proceso, en junio de 2009, con el que pretende se revise la sentencia de 2004 en que se le condenó al pago de 440.000 euros.

El juicio ha discurrido hasta ahora entre alegatos de los abogados del aristócrata, que pretende desmontar la teoría de que Ernesto Augusto se presentó ante Brunlehner al frente de una especie de comando justiciero, armado con un puño de hierro y borracho, para dejarlo en que simplemente le dio un par de bofetadas.

Las imágenes de Brunlehner ensangrentado, en un hospital de Mombasa dieron la vuelta al mundo. El caso generó una retahíla de recursos judiciales, entre ellas una querella del príncipe contra su entonces defensor, al que despidió después de que el letrado usara como atenuante que el príncipe actuó bajo los efectos del alcohol.

La declaración de Carolina es fundamental para apuntalar la tesis de que Brunlehner exageró en su relato de lo ocurrido.

La princesa y el príncipe son habituales de la justicia, sea en pleitos contra la publicación de fotos que consideran atentan contra su vida privada o, en el caso de Ernesto Augusto, como acusado, por ataques a fotógrafos en algún arrebato de mal humor.

Las recientes imágenes en Tailandia del príncipe añaden sombras a su reputación, de por sí en entredicho por su reconocido mal genio y episodios alcohólicos, como cuando se le pilló orinando sobre el pabellón turco de la Expo 2000 de Hannover, la ciudad ligada a su título de príncipe de la Casa de los Güelfos.

La comparecencia de Carolina en Hildesheim ciudad vecina a Hannover se anunció para el pasado noviembre, pero finalmente se canceló por razones de agenda de la princesa.

La Audiencia se curó en salud para la preparación de esta nueva cita y, antes de fijar fecha, preguntó por escrito al Principado si estaba realmente dispuesta a declarar.

La respuesta fue afirmativa, aunque con varias condiciones: que se le garantice una "distancia de seguridad" con los medios. Dentro de la sala, nadie puede acercársele a menos de tres metros, fuera del edificio la distancia será de veinte.

Si no hay cancelaciones de última hora, Carolina aparecerá en la sala a las 10.30 locales (09.30 GMT).